El valiente viaje de Juanito


Había una vez un gaucho llamado Juanito, que vivía en una pequeña estancia en la pampa argentina. Juanito era conocido por ser un gran amante de los caballos y tenía el potranco más hermoso de toda la región.

Un día, mientras Juanito estaba ocupado arreglando las cercas del corral, una china misteriosa apareció montada en su caballo y se llevó al potranco sin dejar rastro alguno. El gaucho quedó desolado al ver que su preciado animal había desaparecido.

Desesperado por encontrar a su amado potranco, Juanito decidió emprender un viaje para buscarlo. Recorrió pueblos y campos durante días, preguntando a todos si habían visto al potranco perdido. Pero nadie sabía nada sobre ello.

Finalmente, cuando ya estaba a punto de rendirse, Juanito llegó a un pequeño pueblo donde se encontraba una feria de animales.

Allí vio algo que le heló el corazón: ¡el potranco estaba siendo subastado! La china misteriosa lo había vendido sin ningún remordimiento. Sin pensarlo dos veces, Juanito se acercó al escenario donde estaban subastando al potranco y gritó: "¡Ese caballo es mío!" Todos se sorprendieron y miraron hacia él con curiosidad.

El dueño de la feria decidió darle una oportunidad a Juanito y le propuso un desafío: si lograba domar al potranco en menos de diez minutos, podría llevárselo gratis. Pero si no lo conseguía, tendría que pagar el doble de su precio. Juanito aceptó el desafío sin dudarlo.

Se acercó al potranco asustado y comenzó a hablarle en voz baja, tratando de calmarlo. Poco a poco, el animal fue dejándose llevar por la tranquilidad y confianza del gaucho. "Tranquilo, mi potranco querido.

Yo sé que estás asustado, pero te prometo que nunca más te abandonaré", le susurraba Juanito al oído del caballo mientras lo acariciaba con suavidad. El tiempo pasaba rápidamente y los minutos se agotaban.

Pero justo cuando todos creían que Juanito no lograría domar al potranco a tiempo, ocurrió algo sorprendente: el animal se rindió ante la paciencia y cariño del gaucho. Con lágrimas de felicidad en los ojos, Juanito montó a su amado potranco y salió triunfante del escenario.

Los aplausos resonaron en todo el pueblo mientras la gente admiraba la valentía y habilidad del gaucho. A partir de ese día, Juanito se convirtió en un héroe en su comunidad.

Todos hablaban sobre cómo había recuperado a su preciado caballo gracias a su amor y dedicación hacia él. La china misteriosa quedó tan impresionada por la valentía de Juanito que decidió disculparse por haberle robado el potranco.

Le confesó que solo lo había hecho porque también amaba mucho los caballos y quería tener uno como aquel. Juanito perdonó a la china misteriosa y juntos decidieron crear una escuela para enseñar a los niños del pueblo sobre el amor y respeto hacia los animales.

Desde entonces, cada niño aprendió la importancia de cuidar y proteger a los caballos, siguiendo el ejemplo de Juanito.

Y así, gracias al coraje y determinación del gaucho Juanito, la historia del potranco robado se convirtió en una lección de amor y amistad para todos los niños de la pampa argentina.

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