El Valiente Viaje de Luna
Había una vez una niña llamada Luna que vivía en un pequeño pueblo rodeado de altas montañas y frondosos bosques. A Luna le encantaba jugar durante el día bajo el sol y explorar los rincones de su jardín. Sin embargo, cuando el sol se ponía y la oscuridad comenzaba a apoderarse del paisaje, un gran miedo cruzaba su corazón.
"¿Qué hay en la oscuridad?" - se decía a sí misma.
Una tarde, mientras jugaba con su mejor amigo, Tito, un pequeño perro travieso, su madre le dijo que debía quedarse sola en casa por un rato porque ella tenía una tarea urgente que hacer.
"Mamá, no puedo quedarme sola. ¡Temo la oscuridad!" - exclamó Luna, con lágrimas en los ojos.
"Luna, eres más valiente de lo que crees. Recuerda que la oscuridad es solo la ausencia de luz. Cuando esté en casa, estaré cerca, aunque no me veas. Todo estará bien" - le respondió su madre con ternura.
A pesar de las palabras de su madre, la idea de quedarse sola le llenaba de pánico. Como si pudiera escuchar el ruido de las sombras esperando a que cerrara la puerta. Pero su madre se marchó y, con un profundo suspiro, Luna se sentó en el sofá con Tito acurrucado a su lado.
Los minutos pasaban y las sombras comenzaban a alargarse. Luna, sintiendo que cada rincón de la casa se llenaba de misterios, decidió que debía hacer algo para combatir su miedo. "Voy a prender todas las luces" - pensó. Así que, corrió de habitación en habitación, encendiendo cada lámpara, mientras Tito la seguía saltando alegremente.
Una vez que todas las luces estaban encendidas, se sintió un poco más segura. Pero, a medida que la luz comenzaba a atenuarse, Luna se dio cuenta de que no podía seguir así. Así que, con valentía, decidió ver qué había fuera de ese caos de miedos que había imaginado.
"Tito, vamos a mirar por la ventana y ver qué hay en la oscuridad" - dijo, mientras se acercaba con cautela.
Al mirar hacia afuera, vio las primeras estrellas comenzando a brillar. "¡Mirá, Tito! Las estrellas son hermosas. Tal vez la oscuridad no sea tan mala después de todo."
Mientras observaba, escuchó un sonido sutil. Se trataba de un pequeño murciélago que volaba cerca de su ventana. En vez de asustarse, Luna sintió curiosidad. "Hola, pequeño murciélago. No soy una amenaza, ven aquí".-
El murciélago, sorprendentemente, hizo una acrobacia y se posó en el borde de la ventana.
"¿No has jugado nunca en la oscuridad?" - preguntó Luna, con la voz suave. "Te apuesto a que hay muchas cosas emocionantes que se pueden hacer cuando no hay luz."
El murciélago ladeó la cabeza y pareció escucharla con interés.
Decidida a enfrentar su miedo, Luna se armó de valor y se adentró en la casa. "Voy a descubrir qué más puedo hacer en la oscuridad" - se dijo a sí misma.
Agarró un par de mantas y comenzó a construir una fortaleza en el salón. Con cada almohada que apilaba, sentía que su confianza iba en aumento. "Esta fortaleza será mi refugio, mi aventura en la oscuridad" - se dijo, riendo a medida que cubría su obra con más mantas.
Con su fortaleza lista, decidió hacer un espectáculo de sombras, usando una linterna para proyectar figuras en las paredes. "Voy a contarle cuentos a Tito usando sombras" - exclamó, creando monstruos y animales divertidos en la pared mientras Tito ladraba con entusiasmo.
Después de un rato, el tiempo pasó volando. Entre risas y cuentos sobre aventuras en la oscuridad, el miedo de Luna se fue desvaneciendo.
De repente, escuchó la puerta abrirse. Su madre había regresado, y al ver la fortaleza y el espectáculo improvisado, sonrió. "Mira a mi valiente luna. Has dominado la oscuridad."
Luna sonrió, orgullosa de sus logros. "¡Mamá, descubrí que la oscuridad tiene su propio brillo!" - dijo.
Desde ese día, Luna ya no le tuvo miedo a la oscuridad. Había aprendido que, a veces, los miedos que tenemos solo nos impiden descubrir cosas maravillosas. Y así, cada vez que caía la noche, Luna no veía solo el miedo, sino una nueva aventura por vivir.
Y así, con el corazón lleno de valentía y la mente abierta a nuevas posibilidades, Luna pasó a ser conocida como la niña que iluminaba la oscuridad con su imaginación y coraje.
FIN.