El valiente viaje de Mateo



Había una vez un niño llamado Mateo que vivía en un pequeño pueblo rodeado de un hermoso bosque.

Un día, mientras jugaba cerca del borde del bosque, escuchó a los adultos contar historias sobre una vieja bruja que vivía en el corazón del bosque. Intrigado por estas historias, Mateo decidió aventurarse en busca de la choza de la bruja.

Con su mochila llena de provisiones y con mucho valor en su corazón, Mateo se adentró en el espeso bosque. Siguió el camino empedrado que conducía hacia lo desconocido. A medida que avanzaba, las ramas crujían bajo sus pies y los rayos del sol apenas podían filtrarse entre las hojas.

Después de caminar durante horas sin encontrar ningún rastro de la choza de la bruja, Mateo comenzó a sentirse cansado y desanimado. Se sentó debajo de un árbol para descansar y reflexionar sobre su situación.

- Qué tonto fui al pensar que podría encontrar fácilmente la choza de la bruja -suspiró Mateo-. Estoy perdido y no sé cómo regresar a casa. Justo cuando estaba a punto de rendirse, escuchó unos extraños ruidos provenientes detrás de unos arbustos cercanos.

Decidido a descubrir qué era aquello, Mateo se acercó sigilosamente y vio a dos ardillas discutiendo entre sí. - ¡No puedo creerlo! ¡Otra vez te perdiste! -exclamaba una ardilla más grande y sabia llamada Lucas-.

¿Cuántas veces tengo que decirte que siempre debes seguir las marcas en los árboles para no perderte? Mateo se dio cuenta de que las ardillas también podían perderse y aprender a encontrar el camino de regreso. Se acercó a ellas con una sonrisa en su rostro.

- Disculpen, me llamo Mateo y estoy perdido en busca de la choza de la vieja bruja -dijo con timidez-. ¿Podrían ayudarme? Las ardillas se sorprendieron al ver a un niño hablando con ellas, pero decidieron ayudarlo. - Claro que sí, Mateo.

Te enseñaremos cómo encontrar el camino. Primero, debes prestar atención a las marcas en los árboles. Las usamos como guías para ir y volver -explicó Lucas.

Con la ayuda de las ardillas, Mateo aprendió cómo reconocer las marcas y utilizarlas para orientarse en el bosque. Juntos caminaron durante horas hasta que finalmente encontraron la choza de la vieja bruja.

Cuando entraron, se llevaron una gran sorpresa: la vieja bruja no era nada parecida a lo que habían imaginado. Era amable y bondadosa, y tenía muchos conocimientos sobre plantas medicinales y remedios naturales. La vieja bruja le ofreció a Mateo un mapa detallado del bosque para que nunca más se perdiera.

También le enseñó cómo usar hierbas curativas para tratar pequeñas heridas o enfermedades leves. Después de pasar un tiempo con la vieja bruja, Mateo decidió regresar a casa junto con sus nuevas amigas ardillas.

Siguiendo el mapa que le había dado la bruja, encontraron el camino de regreso al pueblo. Cuando Mateo llegó a casa, compartió su increíble aventura con sus padres y les mostró todo lo que había aprendido.

Desde ese día, Mateo se convirtió en un experto explorador del bosque y ayudaba a los demás a no perderse utilizando las marcas en los árboles. Esta historia nos enseña que no debemos tener miedo de lo desconocido, ya que siempre podemos encontrar ayuda y aprender lecciones valiosas en el camino.

Además, nos muestra la importancia de prestar atención a las señales y confiar en nuestra intuición cuando estamos perdidos.

FIN.

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