El valiente viaje de Mateo
Había una vez en un pequeño pueblo escondido entre las montañas, un niño llamado Mateo. Él era curioso, valiente y siempre estaba listo para vivir nuevas aventuras.
Un día, mientras jugaba cerca de su casa, escuchó a sus padres hablar en voz baja sobre su abuelo que estaba enfermo. "¿Qué le pasa al abuelo?", preguntó Mateo con preocupación. "Está muy débil y necesita nuestra ayuda", respondió su mamá con tristeza.
"Yo puedo ir a visitarlo", dijo decidido Mateo. Pero entre la casa de Mateo y la casita del abuelo se extendía una selva misteriosa y peligrosa, llena de duendes traviesos, ogros gruñones y todo tipo de criaturas aterradoras.
Todos en el pueblo temían cruzar por ese lugar temible. Mateo sabía que el camino no sería fácil, pero estaba dispuesto a llegar hasta su abuelito enfermo. Así que sin dudarlo, se preparó con valentía y emprendió su viaje hacia la selva encantada.
A medida que avanzaba entre los árboles frondosos y los ruidos extraños que provenían de la selva, Mateo recordaba las historias que solían contarle sobre los peligros que allí habitaban. Sin embargo, él no se dejaba intimidar y seguía adelante con determinación.
De repente, un duende travieso salió de detrás de un árbol y bloqueó el paso de Mateo. "¡Nadie puede pasar por aquí si no resuelve mi acertijo!", exclamó el duende con una sonrisa maliciosa.
Mateo pensó por un momento y respondió al acertijo del duende con astucia. El pequeño ser quedó sorprendido por la inteligencia del niño y lo dejó continuar su camino.
Mientras tanto, en lo más profundo de la selva, un ogro gruñón había capturado a una familia de conejitos indefensos. Mateo escuchó los llantos desesperados de los animalitos y decidió ayudarlos sin dudarlo. Con valentía enfrentó al ogro gigante utilizando su ingenio en lugar de la fuerza bruta.
Logró convencerlo de liberar a los conejitos prometiéndole compartir sus zanahorias favoritas cada semana. Finalmente, después de superar múltiples desafíos e interactuar con diversas criaturas mágicas del bosque, Mateo llegó sano y salvo a la casita del abuelito enfermo.
Allí lo encontró débil pero sonriente al ver a su nietecito tan valiente frente a tantas adversidades. "Gracias por venir hasta aquí para cuidarme", dijo el abuelito emocionado.
Mateo comprendió entonces que la valentía va más allá del miedo; es enfrentarse a lo desconocido con determinación y corazón noble. Y así aprendió una gran lección: nunca subestimar el poder del coraje ante las dificultades.
Desde ese día en adelante, Mateo siguió viviendo muchas aventuras más junto a su querido abuelito, demostrando que no hay obstáculo demasiado grande cuando se tiene amor en el corazón y valentía en el espíritu.
FIN.