El valiente viaje de Raúl
Había una vez un valiente niño llamado Raúl, quien vivía en un pequeño pueblo rodeado por un hermoso bosque. Un día, su papá enfermó y necesitaba medicinas especiales para sanar.
Raúl sabía que no podía perder tiempo y decidió aventurarse en el bosque para encontrar las medicinas que salvarían la vida de su papá. Con su mochila llena de esperanza, Raúl se adentró en el frondoso bosque.
Pero lo que él no sabía era que ese lugar estaba habitado por traviesos duendes, quienes disfrutaban jugando malas pasadas a los visitantes. Raúl caminaba con determinación cuando de repente escuchó risitas provenientes de los árboles. Los duendes estaban escondidos entre las ramas, observándolo con curiosidad.
Uno de ellos, llamado Travesuras, decidió acercarse a Raúl. "¿A dónde crees que vas?"- preguntó Travesuras con una sonrisa burlona. "Voy en busca de unas medicinas muy importantes para mi papá"- respondió Raúl sin dejarse intimidar.
Los otros duendes comenzaron a reírse y se burlaron del valiente niño. Pero Raúl no se dio por vencido y les dijo:"Sé que ustedes son traviesos, pero también sé que tienen buen corazón. Por favor, déjenme pasar para ayudar a mi papá".
Los duendes intercambiaron miradas sorprendidas ante la petición tan sincera del niño. Aunque eran juguetones y traviesos, entendieron que la salud del papá de Raúl era algo serio. "Está bien, pequeño valiente.
Puedes pasar, pero a cambio debes cumplir tres pruebas"- dijo Travesuras con una sonrisa pícara. Raúl aceptó el desafío y los duendes le explicaron las pruebas. La primera consistía en encontrar una piedra mágica escondida entre las hojas del bosque.
Raúl buscó con paciencia y logró encontrarla gracias a su perseverancia. La segunda prueba requería que Raúl demostrara su valentía enfrentando sus miedos. Para ello, tuvo que cruzar un puente colgante sobre un río caudaloso.
Aunque sentía temor, cerró los ojos y recordó lo importante que era salvar a su papá. Con paso firme y corazón valiente, logró superar la prueba sin contratiempos.
La última prueba era la más difícil: convencer al duende mayor de dejarlo tomar las medicinas necesarias para su papá. El duende mayor era conocido por ser gruñón y desconfiado.
Con determinación en sus ojos, Raúl se acercó al duende mayor y le contó sobre la enfermedad de su papá y cómo solo él podía ayudarlo consiguiendo las medicinas adecuadas en el otro lado del bosque. El duende mayor escuchó atentamente mientras fruncía el ceño, pero finalmente sus arrugas se transformaron en una sonrisa comprensiva.
"Niño valiente, has demostrado coraje y perseverancia para llegar hasta aquí"- dijo el duende mayor-. "Te daré las medicinas, pero prométeme que cuidarás de tu papá y que siempre serás tan valiente como lo has sido hoy". Raúl asintió emocionado y agradeció al duende mayor.
Con las medicinas en su mochila, emprendió el regreso a casa con una sonrisa de triunfo en su rostro. Al llegar, Raúl le dio las medicinas a su papá, quien poco a poco comenzó a sentirse mejor.
Desde ese día, Raúl entendió que no hay obstáculo demasiado grande cuando se tiene determinación y valentía. Y así fue como el coraje de un niño logró vencer los juegos maliciosos de los duendes del bosque, enseñándoles también la importancia de ayudar a quienes más lo necesitan.
Desde entonces, todos aprendieron que la valentía y la solidaridad pueden transformar cualquier desafío en una oportunidad para crecer y aprender juntos.
FIN.