El valle de la humildad



Había una vez en un hermoso valle, un burro llamado Pancho. Pancho era un burro trabajador y humilde que se pasaba los días arando los campos y llevando carga de un lugar a otro.

Un día, mientras descansaba bajo la sombra de un árbol, vio acercarse a dos mariposas: una muy colorida y presumida, y otra más sencilla pero amable. - ¡Hola, Pancho! ¿Qué tal estás hoy? -dijo la mariposa orgullosa con voz altanera. - Hola, Pancho.

¿Puedo descansar en tu lomo por un rato? -preguntó la mariposa humilde con timidez. Pancho les dio la bienvenida a ambos insectos y juntos compartieron historias de sus vidas.

La mariposa orgullosa hablaba sobre lo hermosa que era y cómo todos en el valle deberían admirarla. Mientras tanto, la mariposa humilde contaba sobre su vida sencilla pero llena de alegría al ayudar a polinizar las flores del valle. De repente, se escuchó un estruendo en el horizonte.

Una tormenta se aproximaba rápidamente al valle. Pancho sabía que debían buscar refugio rápido si no querían quedar atrapados en medio de la lluvia. Sin embargo, la mariposa orgullosa se negó a moverse.

- No me voy a ensuciar con esta lluvia. Yo soy demasiado hermosa para eso -dijo cruzándose de brazos. La mariposa humilde miró preocupada hacia el cielo oscurecido y le suplicó a la orgullosa que se movieran antes de que fuera demasiado tarde.

- Por favor, ven con nosotros. Podemos encontrar refugio juntos -dijo con insistencia. Finalmente, la mariposa orgullosa cedió ante las súplicas de sus compañeros y volaron juntos hacia una cueva cercana donde podrían resguardarse de la tormenta que se avecinaba.

Mientras esperaban a que pasara el mal tiempo, Pancho les contó sobre su vida como burro trabajador y cómo había aprendido a valorar cada momento sin importar lo grande o pequeño que fuera.

Después de varias horas, la tormenta finalmente amainó y salieron de la cueva para ver el sol brillando nuevamente en el valle. La mariposa orgullosa miró a sus amigos con vergüenza por su actitud arrogante anteriormente. - Lo siento mucho por mi comportamiento egoísta.

Gracias por ayudarme -dijo avergonzada. - No hay problema, todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos -respondió Pancho con una sonrisa reconfortante.

Desde ese día en adelante, los tres amigos siguieron compartiendo aventuras juntos: el burro trabajador enseñando sobre humildad y esfuerzo; la mariposa humilde recordándoles la importancia de ser amables y solidarios; y la mariposa orgullosa aprendiendo a valorar no solo su belleza exterior sino también su bondad interior.

Y así fue como el burro Pancho, la mariposa orgullosa y la mariposa humilde continuaron su viaje juntos, creciendo como individuos e inspirándose mutuamente para ser mejores cada día.

FIN.

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