El Valle de los Sueños



Érase una vez en un lugar muy lejano, había un valle encantado. Un río cristalino dividía en dos aquellas tierras mágicas, y a cada lado se levantaba un majestuoso castillo. En uno de ellos vivía la Princesa Lila, una joven valiente y curiosa, y en el otro, el Príncipe Leo, un soñador apasionado por las estrellas.

Una mañana, mientras Lila exploraba su jardín, escuchó un murmullo proveniente del río. Se acercó con cautela y descubrió una hermosa hada llamada Floris.

- Hola, Princesa Lila. Estoy aquí para mostrarte el lado del valle que nunca has visto.

Emocionada, Lila aceptó la invitación y cruzó un puente que unía ambos castillos. Al llegar al lado de Leo, se encontraron en un prado lleno de flores brillantes.

- ¡Hola! Yo soy Leo -dijo el príncipe.

- ¡Hola! Soy Lila. Este lugar es increíble. ¿Siempre has vivido aquí?

- Sí, pero a menudo siento que necesito explorar más allá de estos muros.

Los dos jóvenes comenzaron a conversar y se dieron cuenta de que compartían el mismo deseo: explorar el mágico valle y descubrir sus secretos. Pero había un obstáculo: una leyenda contaba que el río estaba custodiado por un dragón llamado Grendel, que tenía fama de ser muy temido.

Decididos a conocer la verdad, Lila y Leo hicieron un pacto.

- Prometamos que no dejaremos que el miedo nos detenga.

- ¡Sí! Juntos podemos superar cualquier desafío.

Los amigos, armados con valientes corazones, se adentraron en el bosque que bordeaba el río. Tras caminar un rato, llegaron a una cueva oscura.

- ¿Crees que aquí vive Grendel? -preguntó Lila, sintiendo un escalofrío.

- No lo sé, pero debemos ser valientes -respondió Leo, sosteniendo la mano de Lila.

Dentro, oyeron un rugido aterrador. Lila y Leo se miraron, pero no dieron un paso atrás. Con determinación, siguieron el sonido hasta encontrar a Grendel, un dragón enorme y color esmeralda.

- ¡Fuera de mi cueva! -gritó Grendel.

- ¡Espera! -dijo Lila, alzando la voz-. No venimos a pelear. Solo queremos entender por qué custodia este río.

Grendel frunció el ceño.

- Los humanos solo han traído problemas a este lugar. He sido testigo de innumerables disputas y rencores entre sus reinos.

Lila y Leo se miraron, comprendiendo que la arrogancia de sus familias había afectado a todos, incluso al dragón.

- Tal vez, juntos, podemos cambiar eso -sugirió Leo-. En lugar de pelear, podríamos hacer un gran festival que una a nuestros reinos.

Grendel se sorprendió. Nunca antes había escuchado a un humano hablar de unión.

- ¿Y si no lo logran? -preguntó el dragón, dudando.

- Entonces no habrá necesidad de que sigas custodiando este río -respondió Lila, sonriendo con confianza.

Después de pensarlo, Grendel aceptó la propuesta. Así que comenzaron a planear el festival. Leo y Lila recomendaron invitar a todos los habitantes de sus castillos y explicarles la importancia de la unión y el respeto.

El día del festival llegó. Todos estaban nerviosos, pero la emoción también invadía el aire. Al ver juntos a los habitantes de ambos castillos, Grendel se sintió orgulloso.

- ¡Bienvenidos al Festival de la Unión! -anunció Lila, tomando la mano de Leo.

Durante el día, jugaron, bailaron, compartieron comidas y contaron historias. Los corazones comenzaron a abrirse, y aquel antiguo rencor se transformó en risa y amistad.

Al caer la noche, Grendel se acercó a los jóvenes.

- Gracias por enseñarme que la fama de los humanos no siempre es verdad. Tal vez sí hay esperanza para este valle.

- Juntos, podemos cuidarlo -dijo Lila, mientras Leo asentía con una amplia sonrisa.

Así, el dragón se convirtió en guardián del valle, no por temor, sino por amor y amistad. Lila y Leo, unidos por su valentía, se convirtieron en grandes líderes y amigos, y el valle se llenó de armonía y risas.

Y así, el valle encantado floreció, con historias compartidas, amistades forjadas y un dragón como protector, todo gracias a la valentía de una princesa y un príncipe que decidieron enfrentar sus miedos juntos.

Colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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