El Valle Encantado de Lila



Había una vez una niña llamada Lila, que era muy querida por todos en su pueblo. Siempre ayudaba a sus amigos y compartía sus juguetes. Un día, mientras exploraba el bosque, Lila encontró un camino secreto que la llevó a un hermoso valle encantado. "¡Wow! Este lugar es mágico!", exclamó Lila maravillada.

En el valle, había flores de todos los colores y árboles que parecían hablar entre sí. Mientras caminaba, Lila vio una fruta brillante que colgaba de un árbol. "¡Qué fruta tan deliciosa!", pensó y decidió probarla.

Al morderla, sintió un sabor dulce y refrescante, pero de repente, sus ojos comenzaron a cerrarse. "¡No, no! ¿Qué me está pasando?", se preguntó mientras se dejaba llevar por el sueño. La fruta, resultó ser una de las especiales del valle, que hacía que los que la comían cayeran en un sueño profundo.

Lila decidió buscar un lugar cómodo para descansar y vio una palmera grande y frondosa. "Esta será perfecta para acurrucarme", dijo mientras se acomodaba. Al caer en un profundo sueño, soñó con aventuras mágicas y criaturas fantásticas.

Pero, mientras Lila dormía, una pequeña ardilla llamada Tico la observaba desde una rama. Tico era el guardián del valle y sabía que si alguien se quedaba dormido por mucho tiempo, podría perderse. Entonces, decidió ayudar a Lila. "¡Despierta, despierta!", gritó Tico mientras saltaba de una rama a otra.

Lila, sintiendo el movimiento, despertó de repente. "¿Quién está ahí?", preguntó asustada. Al ver a Tico, se tranquilizó. "Soy Tico, la ardilla. Te has comido la fruta mágica y si no te vas pronto, podrías quedarte aquí para siempre."

Lila se incorporó rápidamente. "¡Oh no! No quiero quedarme en el valle! Pero, ¿cómo puedo irme?"

Tico le explicó que necesitaba encontrar tres objetos mágicos que lo ayudarían a salir: una pluma de la ave dorada, una gota del agua del río susurrante y una piedra brillante que estaba en el corazón del bosque. "¡Vamos a buscarlos!", dijo Lila decidida.

Primeramente, buscaron la pluma de la ave dorada. Tras una pequeña búsqueda, Lila se subió a una roca y vio un destello en el cielo. "¡Ahí está!", gritó emocionada. Con un movimiento ágil, la ave bajó a ver qué sucedía. "¿Qué necesitas, pequeña?", le preguntó. Lila le explicó su situación. "Claro, aquí tienes una pluma", dijo la ave dorada y se la entregó.

Luego, fueron al río susurrante. Al llegar, las aguas hablaban en suaves murmullos. "¿Cómo consigo una gota?", se preguntó Lila. Tico tenía una idea. "Cierra los ojos y pide un deseo sincero", le dijo. Lila cerró los ojos y pidió que el río le regalara una gota. Al abrirlos, una gota cristalina saltó del río y fue hacia ella. "Aquí tienes", dijo el río sonriendo.

Por último, Tico y Lila se adentraron en el corazón del bosque en busca de la piedra brillante. Después de investigar un poco, encontraron una cueva oscura. "¿Tienes miedo?", preguntó Tico. "Un poco, pero sé que juntos podemos hacerlo", respondió Lila con valentía. Juntos, entraron y, con la ayuda de una linterna que había traído Lila, encontraron la piedra brillante al fondo de la cueva.

Con los tres objetos mágicos en mano, volvieron al lugar donde Lila había caído dormida. Al colocarlos en un círculo, un resplandor de colores comenzó a iluminar el valle. "¡Gracias, Tico! Ahora puedo volver a casa", dijo Lila emocionada.

De repente, una mágica luz la envolvió y, en un parpadeo, se encontró de vuelta en el bosque, justo donde había comenzado su aventura. "Nunca olvidaré esta experiencia", dijo Lila mientras sonreía, y al mirar al cielo, pudo ver a Tico despedirse desde el valle.

Desde ese día, Lila aprendió a ser más cautelosa y a no dejarse llevar por la curiosidad sin pensar en las consecuencias. Y así, volvió a su vida en el pueblo, siempre lista para ayudar a los demás, pero también recordando la magia del valle encantado y la valentía que había encontrado en sí misma.

FIN.

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