El valle mágico de las nubes cansadas



Había una vez un pequeño pueblo llamado Solares, donde el sol brillaba todos los días y las nubes siempre estaban felices.

Pero un día, algo extraño sucedió: las nubes comenzaron a moverse más rápido de lo normal y se volvieron oscuras y grises. Los habitantes del pueblo se sintieron tristes al ver que el cielo estaba cubierto de nubes pesadas y la lluvia no paraba de caer.

No podían jugar al aire libre ni disfrutar del sol radiante que tanto amaban. En medio de esa lluvia interminable, dos amigos muy curiosos llamados Lucas y Martina decidieron investigar qué estaba pasando con las nubes. Armados con sus impermeables coloridos, salieron en busca de respuestas.

Caminaron por todo el pueblo hasta llegar a la cima de una colina donde había un viejo molino abandonado. Allí encontraron a Don Cirro, un anciano sabio que vivía en ese lugar desde hacía muchos años.

"¡Hola Don Cirro! ¿Por qué las nubes están tan grises y tristes?", preguntó Lucas con curiosidad. Don Cirro sonrió amablemente y les explicó: "Las nubes están pasando por un momento difícil. Se sienten cansadas porque han estado trabajando mucho tiempo sin descanso".

"Pero Don Cirro, ¿qué trabajo hacen las nubes?", preguntó Martina intrigada. El anciano les contó que las nubes eran responsables de llevar agua a los ríos y lagos para que todos pudieran tener suficiente agua para beber.

Pero últimamente habían estado trabajando demasiado sin poder descansar lo suficiente. Lucas y Martina se sintieron tristes al escuchar esto, pero también decididos a ayudar. Sabían que si las nubes descansaban, el sol volvería a brillar y los arcoíris llenarían el cielo.

"Don Cirro, ¿cómo podemos hacer para que las nubes descansen?", preguntó Lucas con determinación. El sabio anciano les dijo que las nubes necesitaban un lugar tranquilo donde pudieran relajarse y recargar energías.

Les sugirió llevarlas a un hermoso valle escondido en lo más profundo del bosque. Sin perder tiempo, los amigos corrieron hacia el bosque llevando consigo grandes globos de colores.

Llegaron al valle mágico donde encontraron una gran pradera verde y flores de todos los colores del arcoíris. Con mucho cuidado, inflaron los globos y comenzaron a volarlos hacia el cielo. Las nubes grises vieron esos globos coloridos flotando en el aire y se sintieron curiosas.

Una por una, empezaron a seguir los globos hasta llegar al valle mágico. Cuando llegaron, las nubes se acostaron sobre la suave hierba y cerraron sus ojos cansados. El silencio reinó en el valle mientras las nubes dormían plácidamente.

Después de un largo descanso, las nubes despertaron renovadas y llenas de energía. Vieron cómo los rayos del sol atravesaban sus cuerpos blancos formando hermosos destellos de luz. Y entonces ocurrió algo maravilloso: apareció un arcoíris gigante en el cielo que iluminó todo el pueblo de Solares.

Los habitantes del pueblo salieron a la calle y se quedaron asombrados al ver aquel arcoíris tan radiante. Lucas y Martina sonrieron sabiendo que habían logrado devolverle la alegría al pueblo.

Desde ese día, las nubes aprendieron a descansar regularmente para poder seguir llevando agua a todos los rincones del mundo. Y cada vez que lo hacían, el sol aparecía y un arcoíris llenaba el cielo recordándoles la importancia de cuidar y respetar a las nubes.

El pueblo de Solares nunca volvió a olvidar aquel valle mágico donde las nubes encontraron su merecido descanso. Y así, todos vivieron felices bajo el sol brillante y los hermosos arcoíris que adornaban el cielo.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!