El valor de Agustín
Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Alegre, un niño llamado Agustín que esperaba con ansias la llegada de la fiesta de La Tirana.
Desde pequeño, le encantaba disfrazarse de diablo y recorrer las calles del pueblo asustando a los vecinos con su máscara roja y cuernos puntiagudos. Cada año, cuando se acercaba la fecha de la fiesta, Agustín no podía contener su emoción.
Pasaba días enteros preparando su traje de diablo, asegurándose de que cada detalle estuviera perfecto. Su mamá lo miraba con ternura mientras él cosía y ajustaba cada parte del disfraz. "¡Mamá, este año voy a ser el diablo más temible de todos!", exclamaba Agustín emocionado.
Su mamá sonreía y lo abrazaba con cariño, sabiendo lo feliz que era su hijo cuando se disfrazaba para la fiesta. El día esperado finalmente llegó. El sol brillaba en el cielo y las calles se llenaron de música, bailes y colores.
Agustín salió de su casa con su máscara puesta y se unió al desfile junto a otros niños disfrazados. La gente lo saludaba y reía al verlo tan entusiasmado. Pero durante el desfile, algo inesperado ocurrió.
Una niña llamada Martina se acercó a Agustín llorando. Tenía el vestido rasgado y estaba perdida en medio de la multitud. "¿Qué te pasa? ¿Estás bien?", preguntó preocupado Agustín quitándose la máscara para poder verla mejor.
Martina le explicó que se había separado de sus padres y no sabía cómo encontrarlos. Agustín sintió compasión por ella e inmediatamente decidió ayudarla. "Tranquila Martina, yo te acompañaré hasta que encontremos a tus papás", dijo Agustín con determinación.
Juntos recorrieron las calles buscando a los padres de Martina. Durante la búsqueda, Agustín descubrió que podía ser valiente y solidario sin necesidad de asustar a nadie con su disfraz de diablo.
Se dio cuenta de que ayudar a los demás era mucho más gratificante que causar miedo o risas forzadas. Finalmente, lograron encontrar a los padres de Martina quienes estaban muy preocupados por ella.
Le dieron las gracias a Agustin por haberla cuidado tan bien durante ese tiempo perdida en la multitud. La noche cayó sobre Villa Alegre mientras todos disfrutaban juntos del resto del desfile.
Desde ese día en adelante, Agustin siguió participando en la fiesta anual pero esta vez sin necesidadde llevar puesto el traje del Diablo porque aprendió que ayudar al prójimo vale másque cualquier máscara o disfraz. Y así fue como Agustin descubrió el verdadero significadode ser valiente: demostrar bondad y solidaridad hacia los demás. Y colorin colorado, este cuento ha terminad0!
FIN.