El Valor de Ayudar



Era un día soleado y hermoso en la escuela de Valentín y Martín. Los niños corrían por el parque, riendo y disfrutando de su recreo. Valentín y Martín, que eran hermanos, estaban jugando a la pelota junto con sus amigos.

De repente, mientras Martín intentaba hacer un trucazo, tropezó y cayó al suelo.

"¡Ay!" - gritó Martín mientras se sobaba la rodilla lastimada.

Valentín, al ver que su hermano se había caído, dejó la pelota a un lado y corrió hacia él.

"¿Estás bien, Martín?" - preguntó, preocupado.

Martín trató de levantarse, pero la rodilla le dolía demasiado.

"No, creo que me lastimé. No puedo caminar."

Valentín recordó que la directora siempre les decía que era importante ayudar a los demás. Así que, sin pensarlo dos veces, salió corriendo a buscar a la directora.

"¡Señorita! ¡Señorita! ¡Ayúdeme, por favor!" - gritó Valentín mientras corría hacia la oficina.

La directora, la señora González, lo miró con una sonrisa.

"¿Qué sucede, Valentín?" - preguntó, viendo su expresión preocupada.

"Mi hermano Martín se cayó y se lastimó la rodilla, no puede levantarse. ¡Por favor, venga!"

La señora González se levantó de su silla y siguió a Valentín hasta el parque. Al llegar, vio a Martín en el suelo, con lágrimas en los ojos pero sonriendo al ver a su hermano regresar con ayuda.

"Hola, Martín. ¿Qué pasó?" - le preguntó la señora González.

"Me caí y me duele la rodilla..." - contestó Martín con voz temblorosa.

La directora se agachó a su altura y le dijo:

"No te preocupes, cariño. Vamos a revisar esa rodilla. Valentín hizo lo correcto al llamarme. Siempre es bueno pedir ayuda cuando la necesitamos."

Mientras ella revisaba la herida, Valentín no dejó de mirar a su hermano.

"¿Te duele mucho, Martín?" - le preguntó con cariño.

"Sí, pero creo que con la ayuda de la señora González estaré mejor."

Después de asegurarse de que no había nada grave, la directora limpió la herida y le puso una venda.

"Listo, sólo necesitas descansar un poquito y no jugar demasiado fuerte por ahora. ¿Te parece, Martín?" - le dijo la señora González, dándole una palmadita en el hombro.

Martín sonrió, sintiéndose aliviado.

"Gracias, señora González. Me siento mejor ya."

Valentín sonrió al ver que su hermano se recuperaba.

"Me alegra que estés mejor, Martín. Siempre voy a estar contigo, ¡así se lo prometí a mamá!"

Esa tarde, aunque no pudieron jugar, se quedaron sentados en un banco del parque conversando, riendo y disfrutando de su tiempo juntos. Valentín le contó historias de sus superhéroes y cómo siempre se ayudaban entre ellos.

"Bueno, creo que a partir de hoy serás mi superhéroe. Gracias por ayudarme cuando me caí", dijo Martín.

"Y tú serás mi compañero de aventuras, como siempre", respondió Valentín con una sonrisa.

Así, Martín aprendió que está bien pedir ayuda y que siempre tiene a su hermano cuidándolo. Y Valentín aprendió la importancia de apoyar a los demás en momentos difíciles. Juntos, hicieron un pacto: "Siempre seremos el uno para el otro."

Desde aquel día, no solo jugaron más unidos, sino que también se convirtieron en los mejores amigos y en unos verdaderos héroes el uno para el otro.

FIN.

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