El valor de Caperucita



Había una vez una pequeña niña llamada Caperucita que vivía en un tranquilo pueblo rodeado de un frondoso bosque. Caperucita era curiosa e intrépida, siempre buscando nuevas aventuras.

Un día, su madre le pidió que llevara a su abuela, quien vivía al otro lado del bosque, una cesta llena de deliciosas galletas recién horneadas. Caperucita se emocionó ante la idea de hacerle una visita a su querida abuelita y aceptó encantada el encargo.

Cuando estaba por salir de casa, su mamá le advirtió: "Cuida mucho el camino y no te detengas con extraños". Caperucita asintió con la cabeza y prometió ser prudente.

Mientras caminaba por el bosque, disfrutando del aire fresco y los hermosos colores otoñales, sintió una presencia detrás de ella. Se dio vuelta y vio a un lobo gris mirándola fijamente. El corazón de Caperucita se aceleró por el miedo.

- ¡Hola! ¿A dónde vas tan apurada? - preguntó el lobo con voz amigable. Caperucita recordó las palabras de su mamá y decidió ser cautelosa. Respondió con voz temblorosa:- Voy a visitar a mi abuelita al otro lado del bosque. Tengo unas ricas galletas para ella.

El lobo sonrió maliciosamente y dijo:- Qué casualidad, yo también voy en esa dirección. Podríamos ir juntos si quieres. Caperucita dudaba si confiar en el lobo, pero al final decidió que era mejor no ofenderlo y aceptó su compañía.

Caminaron por el bosque charlando animadamente, aunque Caperucita se mantenía alerta. De repente, vieron un hermoso campo lleno de flores silvestres.

El lobo propuso:- ¿Por qué no nos detenemos aquí un momento para disfrutar de la belleza de la naturaleza? Caperucita sabía que debía ser prudente, pero también le gustaba mucho las flores y cedió a la tentación. Se sentaron en medio del campo y comenzaron a conversar.

El lobo aprovechó ese momento para distraerla con preguntas mientras él simulaba buscar algo entre las flores. Pero Caperucita notó una extraña mirada en sus ojos y decidió estar más atenta. De pronto, escucharon un ruido cercano y vieron a unos cazadores acercándose rápidamente hacia ellos.

El lobo se puso nervioso y corrió hacia el bosque sin despedirse. Caperucita sintió alivio al ver alejarse al lobo malintencionado. Siguió su camino hasta llegar a casa de su abuela, quien la recibió con alegría.

- ¡Oh querida Caperucita! Me has traído unas galletas deliciosas - exclamó la abuela mientras las devoraba con gusto. Caperucita sonrió satisfecha por haber cumplido su misión y olvidando los momentos de peligro que había vivido en el bosque.

Pasaron horas jugando juntas hasta que llegó el momento de regresar a casa antes del anochecer. Caperucita se despidió de su abuela y emprendió el camino de vuelta. Al llegar al campo de flores, recordó lo que había ocurrido con el lobo.

Decidió ser más valiente y enfrentar sus miedos. Tomó un puñado de flores silvestres y continuó su camino. Cuando llegó a casa, su mamá la esperaba ansiosa.

Caperucita le contó todo lo que había pasado en el bosque, desde el encuentro con el lobo hasta la huida de los cazadores. La mamá abrazó a Caperucita y le dijo:- Mi valiente niña, has demostrado una gran fortaleza al enfrentarte a tus miedos.

Nunca olvides que tu alma es fuerte y capaz de superar cualquier obstáculo. Caperucita sonrió orgullosa y prometió cuidarse más en sus futuras aventuras. Desde ese día, aprendió que no importa cuánto miedo tengamos, siempre podemos encontrar la fuerza para seguir adelante.

Y así, Caperucita vivió muchas más aventuras, siempre recordando las palabras sabias de su madre: "Confía en ti misma y nunca pierdas tu espíritu valiente".

FIN.

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