El valor de compartir
Había una vez una niña llamada Sofía que tenía muchos juguetes. Pero había algo especial en Sofía, y es que no le gustaba compartir sus juguetes con nadie.
Siempre los guardaba cuidadosamente en su habitación y no permitía que nadie más los tocara. Un día, Sofía fue invitada a la casa de su amiga Martina para jugar. Martina era muy generosa y siempre compartía sus juguetes con Sofía.
Pero cuando llegaron a la habitación de juegos, Martina se dio cuenta de que algo estaba mal. "Sofía, ¿no quieres jugar con mis juguetes?" preguntó Martina confundida. Sofía negó con la cabeza y dijo: "No, prefiero jugar solo con mis propios juguetes".
Martina se sintió triste y decepcionada. No entendía por qué su amiga no quería compartir con ella. Decidió intentar hablar con Sofía sobre esto. "Sofía, me gustaría entender mejor por qué no quieres compartir tus juguetes", dijo Martina con voz tranquila.
Sofía bajó la mirada y respondió: "Es que me gusta tenerlos todos para mí misma. Me hace sentir especial".
Martina puso una mano en el hombro de Sofía y le explicó: "Compartir nuestros juguetes nos hace sentir aún más especiales porque podemos hacer felices a otras personas también". Sofía pareció reflexionar sobre las palabras de su amiga y decidió darle una oportunidad al juego compartido.
Los días pasaron y Sofía comenzó a darse cuenta de lo divertido que era jugar junto a otros niños. Aprendió nuevas formas de jugar e incluso descubrió algunos juguetes que nunca había utilizado antes. Un día, Sofía tuvo una idea.
Quería organizar una fiesta de juguetes en su casa e invitar a todos sus amigos. "¡Chicos! ¡Tengo algo emocionante que contarles!" anunció Sofía con entusiasmo. Todos se reunieron alrededor de ella y esperaron ansiosos por escuchar lo que tenía para decir. "He decidido compartir mis juguetes con todos ustedes.
Quiero que tengamos una gran fiesta de juguetes donde podamos jugar y divertirnos juntos", dijo Sofía sonriendo. Los ojos de sus amigos se iluminaron de alegría y comenzaron a aplaudir emocionados.
Estaban felices de poder jugar con los juguetes de Sofía y también emocionados por la fiesta que se avecinaba. La fiesta fue un éxito total. Todos los niños compartieron risas, juegos y experiencias nuevas gracias a la generosidad de Sofía.
Se dieron cuenta de lo maravilloso que era compartir y cómo eso fortalecía su amistad. Desde ese día, Sofía aprendió una valiosa lección: compartir no solo hacía felices a los demás, sino también la hacía feliz a ella misma.
Aprendió a valorar más las relaciones con sus amigos y descubrió el verdadero significado del juego en conjunto. Y así, la niña que no compartía sus juguetes se convirtió en la niña más generosa del vecindario, ganándose el cariño y respeto de todos los niños a su alrededor.
FIN.