El valor de compartir


Susana era una niña que lo tenía todo: ropa bonita, juguetes caros y una gran casa. Sin embargo, nunca compartía con los demás. Un día, conoció a Luis, un niño que vivía en la calle y compartía todo lo que ganaba con sus hermanos pequeños.

Desde ese momento, Susana empezó a ver las cosas desde otra perspectiva. Comenzó a entender que el verdadero valor de las cosas no estaba en su precio, sino en la capacidad de hacer felices a los demás. Decidió unirse a Luis para ayudarlo a vender limonada en la calle y juntos recaudaron mucho dinero.

Susana se sorprendió al ver la alegría y gratitud en los ojos de los hermanitos de Luis. Esa felicidad no tenía precio. A partir de ese día, Susana aprendió a compartir no solo sus cosas materiales, sino también su tiempo y su cariño. Finalmente, se dio cuenta de que la verdadera riqueza no estaba en lo que tenía, sino en lo que podía dar a los demás.

A partir de ese día, Susana se convirtió en una niña mucho más feliz, plena y generosa, siempre dispuesta a compartir con los demás.

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