El valor de cuidar a los demás
Había una vez en el barrio de Villa del Parque un niño llamado Juanito, quien siempre estaba haciendo travesuras y riéndose a costa de sus amigos. No le importaba lastimar los sentimientos de los demás, y siempre buscaba la forma de burlarse de ellos. Sus padres, preocupados por su actitud, intentaron enseñarle el valor de cuidar y respetar a los demás, pero Juanito no parecía entender.
Un día, durante el recreo en la escuela, Juanito vio a Martín, uno de sus compañeros, tropezar y caer al suelo. En lugar de ayudarlo, Juanito se rió a carcajadas junto con otros niños. Martín se levantó con lágrimas en los ojos, sintiéndose humillado y triste por la actitud de su supuesto amigo.
Esa misma noche, Juanito se fue a dormir reflexionando sobre lo sucedido. En sus sueños, un hada llamada Doña Cuidadosa apareció frente a él. -Juanito, es hora de que entiendas la importancia de cuidar a los demás - le dijo con voz suave y seria. -Tus risas lastiman a tus amigos, y eso no está bien. Debes aprender a ponerte en su lugar y tratar a los demás como te gustaría que te trataran a ti.
Al despertar, Juanito se sentía confundido pero decidido a cambiar su actitud. Esa misma tarde, después de la escuela, se acercó a Martín para disculparse sinceramente por su comportamiento. Martín, sorprendido por la actitud de Juanito, aceptó sus disculpas y poco a poco, volvieron a ser amigos.
A partir de ese día, Juanito se esforzó por ser más considerado con los demás. Aprendió a escuchar, a ofrecer ayuda y a contener su risa cuando veía a alguien en apuros. Su cambio de actitud no pasó desapercibido, y pronto se convirtió en un ejemplo para otros niños. El hada Doña Cuidadosa, satisfecha con su transformación, le dijo en sueños a Juanito: -Has comprendido el valor de cuidar a los demás, y eso te hace grande. Recuerda siempre que la empatía y el respeto son fundamentales en la amistad.
Desde entonces, Juanito se convirtió en un amigo leal y solidario, siempre dispuesto a cuidar y proteger a quienes lo rodeaban. Y así, descubrió que la verdadera alegría no está en reírse a costa de los demás, sino en compartir momentos de felicidad y complicidad con aquellos a quienes queremos y respetamos.
FIN.