El valor de demostrar tus capacidades



Había una vez en un pequeño pueblo, un niño llamado Pepe, a quien le encantaba jugar a la mancha. Sin embargo, Pepe no podía disfrutar de este juego con sus compañeros, ya que lo maltrataban y se burlaban de él.

Pepe se sentía triste y solo. Un día, algo maravilloso sucedió. La maestra de Pepe, la señorita María, se convirtió en su hada madrina.

La señorita María se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y decidió ayudar a Pepe a enfrentar sus miedos. - Pepe, ¿por qué no juegas con tus compañeros? - le preguntó la señorita María. - Ellos se burlan de mí y me hacen sentir mal - respondió Pepe con tristeza.

La maestra lo miró con cariño y le dijo: - Pepe, todos tenemos habilidades y virtudes especiales. Tú también las tienes, y es hora de que los demuestres. Pepe no estaba seguro de lo que la maestra le quería decir, pero decidió escucharla.

La señorita María le propuso a Pepe que mostrara a sus compañeros lo bueno que era en la mancha, y que no se dejara intimidar.

Al principio, Pepe dudó, pero con el apoyo de su hada madrina, comenzó a mostrar su talento y a demostrar que era un gran jugador. Poco a poco, sus compañeros se dieron cuenta de lo bueno que era Pepe en el juego, y comenzaron a respetarlo y admirarlo. Pepe se sintió feliz y orgulloso de sí mismo.

A partir de ese día, Pepe aprendió que tenía el valor para mostrar sus capacidades y virtudes, y que no debía dejar que nadie lo menospreciara.

La maestra, su hada madrina, le enseñó una gran lección que nunca olvidaría: el valor de ser fiel a uno mismo y de demostrar lo que uno es capaz de hacer. Desde entonces, Pepe disfrutó de jugar a la mancha con sus compañeros, y nunca más permitió que lo maltrataran.

La señorita María se convirtió en su modelo a seguir, y juntos, compartieron momentos llenos de alegría y aprendizaje.

FIN.

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