El Valor de Escuchar
Había una vez un niño llamado Pinocho, que vivía en un pequeño pueblo lleno de seres fantásticos y mágicos. Aunque era un niño alegre y curioso, había un detalle que lo caracterizaba: no hacía caso a los consejos de los adultos. Siempre pensaba que sabía todo y que nadie podía decirle qué hacer.
Un día, Pinocho decidió aventurarse más allá del bosque, a un lugar donde nunca había estado, ignorando las advertencias de su papá.
"Pinocho, no te alejes tanto y no hables con extraños!" - le dijo su papá, preocupado.
"¡No te preocupes! Sé cuidar de mí solo" - respondió Pinocho, muy seguro de sí mismo.
Al llegar al nuevo lugar, sintió que algo raro sucedía. De repente, empezó a sentir un cosquilleo en las orejas y, ante su espejo, se dio cuenta de que le habían crecido orejas de burro.
"¡Ay no! ¿Qué me pasó?" - gritó Pinocho, asustado.
"Eso pasa cuando no escuchás consejos, querido" - le dijo un viejo zorro que se acercó.
"¡Yo solo quería divertirme!" - protestó Pinocho, pero sabía que estaba en problemas.
Mientras tanto, en el pueblo, había una heroína conocida como la Mujer Maravilla. Ella había escuchado rumores de que Pinocho estaba en problemas, así que decidió investigar. Un águila, que se llamaba Águila Sabia, había estado observando a Pinocho y se acercó a la Mujer Maravilla.
"Él está con el gato y la zorra, y no quiere escuchar" - le dijo Águila Sabia, preocupada.
"¿Gato y Zorra? ¡Debo ir a ayudarlo!" - exclamó la Mujer Maravilla.
Cuando llegó al lugar donde estaba Pinocho, él aún no había logrado salir de su problema. El gato y la zorra lo habían atrapado.
"Nadie podrá salvarte, Pinocho" - ladró el gato, riendo.
"No tengo idea de cómo escapar. ¡Ayuda!" - gritó Pinocho.
La Mujer Maravilla se acercó con determinación.
"¡Suelten a Pinocho!" - les ordenó con firmeza.
"¡Tú no eres nadie para decirnos qué hacer!" - respondió la zorra, tratando de asustarla.
"A veces, escuchar los consejos de los demás es lo más valioso que podemos hacer" - dijo la Mujer Maravilla.
"¡Lo sé, lo sé! Por favor, sáquenme de aquí!" - lloró Pinocho, empezando a comprender la importancia de los consejos.
Con valentía, la Mujer Maravilla enfrentó al gato y a la zorra, usando su astucia para distraerlos mientras Pinocho se escapaba. Al final, con la ayuda de Águila Sabia, lograron vencer a los malvados y liberar a Pinocho.
"Gracias, Mujer Maravilla. Aprendí que siempre es mejor escuchar a quienes quieren ayudarnos" - dijo Pinocho, aliviado.
"Así es, Pinocho. Siempre habrá alguien dispuesto a guiarte, solo debes prestar atención" - respondió la Mujer Maravilla.
Desde ese día, Pinocho decidió escuchar más los consejos de su papá y de los adultos que lo rodeaban. Aunque le seguían creciendo las orejas de burro de vez en cuando, sabía que eso era solo un recordatorio. Y cada vez que podía, ayudaba a otros niños a entender la importancia de escuchar, convirtiéndose en un ejemplo no solo para sí mismo, sino para todos en el pueblo.
Y así, Pinocho, el niño que tenía orejas de burro, se levantó orgulloso y se hizo conocido como Pinocho, el niño sabio que sabía escuchar y aprender de sus errores.
¡Y colorín colorado, esta historia se ha acabado!
FIN.