El Valor de Karim



Había una vez un muchacho llamado Karim que vivía en un tranquilo barrio llamado La Mojonera. Karim era un chico muy querido por su familia: su mamá, su papá y sus dos hermanos lo adoraban. Siempre se sentía afortunado, pero había algo que lo hacía aún más feliz: su novia en Quila.

Karim y su novia, Ana, se conocieron en una fiesta del pueblo y desde entonces, su amor floreció. Era un amor puro, lleno de sueños y promesas. Un día, con el corazón lleno de emociones, Karim decidió darle un anillo de promesa.

"Ana, este anillo simboliza mi amor y la promesa de que un día seremos un gran equipo, ¡tal vez hasta nos casemos!" - dijo Karim con una sonrisa brillante.

"¡Oh, Karim! ¡Es hermoso! Lo guardaré siempre cerca de mi corazón. ¡Prometamos siempre apoyarnos!" - respondió Ana, emocionada.

Cada fin de semana, Karim viajaba a Quila para visitar a Ana. Un día, mientras regresaba a su casa, algo inesperado sucedió. En el camino, un coche se desvió y Karim, tratando de esquivarlo, se cayó de su bicicleta. Rápidamente, se dio cuenta de que no se había hecho mucho daño, pero se había raspado la rodilla.

"¡Ay, ay, ay!" - se quejó Karim mientras se tocaba la rodilla raspada.

Al llegar a casa, su mamá lo miró preocupada.

"Karim, ¿estás bien? Te veo con raspones. ¿Qué pasó?"

"Tuve un pequeño accidente, mamá. Pero estoy bien, solo un raspón. Quería contarle a Ana que llegué." - respondió Karim mientras trataba de levantarse del suelo.

Al día siguiente, Karim decidió que, aunque había tenido un tropiezo, no podía dejar que eso lo detuviera.

"Voy a escribirle a Ana," - dijo, mientras tomaba un papel y un lápiz.

"Le contaré lo que pasó y la invitaré a que pase un mejor día conmigo."

Así lo hizo. Le escribió una carta llena de alegría, contándole sobre el accidente pero también sobre sus ganas de seguir adelante con sus planes. Ana recibió la carta y enseguida le contestó.

"Karim, no te preocupes por el raspón. Lo más importante es que estás bien. ¡Vamos a hacer un picnic este fin de semana!" - le escribió.

"¡Eso suena genial! No puedo esperar para verte!" - respondió Karim con entusiasmo.

El fin de semana llegó y, juntos, disfrutaron de un hermoso día en el parque. Compartieron risas, juegos y muchas galletitas.

"Karim, ¿sabes qué?" - le dijo Ana mientras comían.

"Creo que cada accidente nos enseña algo valioso. Este nos enseñó a disfrutar más del presente y que siempre debemos cuidarnos en el camino."

"Tenés razón. La vida es como andar en bicicleta. A veces caemos, pero lo importante es levantarse y seguir pedaleando. ¡Con la cabeza en alto!" - afirmó Karim.

Desde entonces, Karim y Ana aprendieron a valorar cada momento juntos, cada paseo en bicicleta, cada charla y, sobre todo, el apoyo que se brindaban mutuamente. La promesa que Karim le hizo a Ana seguía siendo un símbolo de su amor y su deseo de un futuro juntos.

Y así, con cada experiencia, encontraron nuevas razones para sonreír y seguir adelante, porque el verdadero amor siempre supera cualquier obstáculo.

FIN.

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