El Valor de la Amistad



Había una vez en un pueblo colorido, tres amigas inseparables: Valentina, Milagros y Sofía. Juntas, exploraban el bosque cercano, organizaban picnics en el parque y compartían secretos. Sin embargo, había algo que comenzaba a inquietar a Valentina.

Era una mañana soleada cuando las tres se sentaron a jugar en la plaza.

"Hoy voy a ver a Milagros después de la escuela, ¡siempre hacemos cosas divertidas!" - exclamó Sofía, sonriendo ampliamente.

Valentina sonrió, pero en su interior, una pequeña sombra se formaba. Sofía siempre mencionaba cuánto tiempo pasaba con Milagros, y eso le hacía sentir un poquitito triste.

"¡Qué suerte!" - respondió Valentina, intentando sonar feliz, "Yo también quiero jugar este fin de semana. ¡Podemos hacer algo las tres juntas!"

"Claro que sí, Valen. Pero este sábado las dos tenemos una cita especial, ¡vamos a ver la obra de teatro de la escuela!" - dijo Milagros, emocionada.

Valentina sintió un pequeño nudo en su estómago, pero sonrió, porque en el fondo, sabía que era importante. Ese fin de semana, mientras Valentina se preparaba para la obra, no podía dejar de pensar en lo que Sofía había dicho.

Cuando las chicas llegaron al teatro, Valentina notó que Sofía y Milagros se sentaban muy juntas. Entonces, en un momento, Sofía dijo:

"Milagros, ¿te acordás de la vez que fuimos a la playa? ¡Fue increíble!"

Valentina se sintió un poco excluida, y eso comenzó a molestarla. Durante la obra, notó que sus dos amigas hablaban y se reían, mientras ella se sentaba un poco más alejadas.

Al terminar el espectáculo, Valentina, con un nudo en la garganta, decidió ser valiente y expresar lo que sentía.

"Chicas, ¿podemos hablar un segundo?" - dijo, tratando de mantener la calma.

"Claro, Valen, ¿qué pasa?" - preguntó Milagros, un poco sorprendida.

"Siento que a veces se olvidan de mí. Sofía, siempre mencionás cuánto tiempo pasás con Milagros, y me hace sentir un poco... sola. No quiero perder nuestra amistad."

Sofía abrió los ojos, dándose cuenta de lo que había hecho sin intención.

"Valen, no es mi intención hacerte sentir así. Te quiero un montón. A veces, me emociona hablar de las cosas que hacemos, pero tu amistad es muy importante para mí también."

"Sí, Valentina, nunca querría que te sientas así. Podemos hacer más cosas las tres juntas. Prometemos también reservar un tiempo solo para vos." - agregó Milagros, preocupada.

Valentina sintió que su corazón empezaba a aliviarse.

"Gracias, chicas. Me encanta que seamos amigas y quiero que todas nos sintamos incluidas siempre. Cada una de nosotras es especial en esta relación, y no quiero perder eso."

Esa conversación se convirtió en un punto de inflexión. A partir de ese día, Valentina, Sofía y Milagros decidieron hacer un plan semanal en el que cada una elegiría una actividad diferente para hacer juntas, fomentando el respeto y el cuidado en su amistad.

El siguiente sábado, Valentina llevó a sus amigas a su lugar favorito: una pequeña heladería que tenía los mejores sabores de la ciudad. Rieron, comieron helado y jugaron a contar historias.

"¡Yo creo que deberíamos hacer esto una vez a la semana!" - propuso Sofía, mientras disfrutaba de su helado de frutilla.

"Sí, me encanta la idea. ¡Brindemos por nuestra amistad!" - dijo Milagros levantando su cono de helado.

Y así fue como las tres amigas aprendieron que la amistad no se trata de quién juega más con quién, sino de compartir momentos, escucharse y apoyarse, porque al final, juntas son invencibles.

Desde aquel día, Valentina, Milagros y Sofía vivieron aventuras inolvidables, fortaleciendo su lazo y recordando siempre lo valioso que es cada uno en una amistad. Y cada vez que alguna de ellas comenzaba a jactarse de estar con otra, las otras simplemente sonreían y recordaban el valor del respeto y la inclusión.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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