El Valor de la Amistad
En un pequeño pueblo, había un niño llamado Tomi. Tomi era diferente a los demás; tenía un carrito que lo ayudaba a moverse porque sus piernas no podían llevarlo. A pesar de su gran sonrisa, en el colegio nadie quería jugar con él.
Un día, durante el recreo, los niños estaban jugando a la pelota en el patio cuando Tomi se acercó con su carrito.
"¿Puedo jugar con ustedes?" - preguntó Tomi con esperanza.
Los otros niños se miraron entre ellos, y uno de ellos, Lucas, respondió:
"No, Tomi. No se puede jugar con un carrito. Mejor andate."
Tomi se sintió triste y se alejó, buscando un lugar tranquilo donde pudiera dibujar. Mientras tanto, los niños continuaron jugando.
Esa tarde, la profesora invitó a una nueva alumna, Valentina. Ella llegó al aula con una gran sonrisa y se sentó al lado de Tomi.
"Hola, soy Valentina. ¿Qué estás dibujando?" - preguntó curiosa.
Tomi miró a Valentina con sorpresa.
"Estoy dibujando un mundo donde todos somos amigos, sin importar las diferencias."
Valentina sonrió y miró el dibujo.
"Es hermoso. Yo creo que todos deberíamos ser amigos, sin importar cómo somos."
Los días pasaron, y Valentina siempre se sentaba al lado de Tomi y compartía sus almuerzos con él. Sin embargo, los otros niños seguían riéndose y alejándose de Tomi.
Un día, durante la clase de arte, la profesora propuso un proyecto grupal. Los niños tenían que formar equipos y crear algo juntos. Todos se agruparon en pequeñas bolitas, pero a Tomi nadie se le acercaba. Valentina, al ver esto, decidió hacer algo.
"¡Voy a ser parte del equipo de Tomi!" - dijo Valentina decididamente.
Todos los niños se quedaron sorprendidos.
"¿Por qué harías eso?" - preguntó Lucas, con una expresión de desdén.
Valentina respondió con firmeza:
"Porque todos merecen tener un amigo y Tomi es genial. ¡Vamos a crear algo increíble juntos!"
Con la ayuda de Valentina, Tomi comenzó a sentirse más seguro. Juntos, hicieron un hermoso mural que representaba la diversidad y la amistad.
Cuando presentaron su proyecto, los otros niños no podían creer lo que había alcanzado Tomi.
"¡Es impresionante!" - exclamó una niña del grupo.
"No sabía que podía hacer algo así."
Valentina sonrió y dijo:
"Tomi es talentoso y tiene mucho que ofrecer. Todos deberíamos ser amigos."
Poco a poco, los demás niños empezaron a acercarse a Tomi, admirando su talento y compartiendo risas.
Con el tiempo, Tomi se convirtió en parte del grupo y todos aprendieron a valorar la amistad, sin importar las diferencias.
Un día, mientras todos jugaban en el patio, Lucas se acercó a Tomi y Valentina.
"Perdón por no haberte querido incluir antes. ¿Quieres jugar a la pelota con nosotros?"
Tomi, aún un poco sorprendido, sonrió y dijo:
"¡Claro! Pero… ¿puede ser con mi carrito?"
"¡Sí! Nos divertiremos, seguro."
Y desde ese día, el pequeño pueblo aprendió que la amistad no tiene límites y que siempre hay espacio para cada uno de nosotros. Tomi, con su carrito, y Valentina, con su gran corazón, demostraron que la verdadera amistad es inclusiva y respetuosa.
FIN.