El Valor de la Amistad
En un soleado día en Tarija, una pequeña niña llamada Sofía salió a pasear con su fiel perrita, Katrina. Sofía adoraba a Katrina, quien siempre la acompañaba en sus aventuras. Esa mañana, habían decidido explorar un nuevo camino en el parque, lleno de flores y árboles.
"- ¡Mira, Katrina! ¡Este lugar es hermoso!" exclamó Sofía mientras corría por el sendero.
Katrina, con su pelaje dorado brillante al sol, saltaba feliz detrás de ella. Sin embargo, al dar un giro brusco, la perrita no se dio cuenta de un trozo de vidrio que está en el suelo. Al pisarlo, dio un ladrido de dolor y cayó al suelo, mirando su patita cortada.
"- ¡Katrina! ¿Qué te pasó?" grita Sofía, corriendo hacia su amiga. Al ver la herida, se le llenaron los ojos de lágrimas. "- No, no, no... ¿Qué voy a hacer?"
Sofía sabía que necesitaba ayuda, pero al mirar en su bolsito, solo encontró un par de monedas. "- No tengo suficiente para llevarte al veterinario..." sollozó.
Sofía sintió una gran angustia en su corazón. Sin embargo, después de un rato de pensar, decidió que no iba a rendirse. "- ¡Claro! Si conseguimos más gente que ayude, quizás podamos hacer algo para conseguir el dinero. ¡Vamos, Katrina!"
Con Katrina en brazos, Sofía recorrió las calles de Tarija, buscando a sus amigos y vecinos. Primero, fue a casa de su amiga Luisa.
"- Luisa, necesito tu ayuda. ¡Katrina se cortó la patita y no tengo suficiente dinero para curarla!"
"- No te preocupes, Sofía. Podemos hacer una venta de pasteles. Mis papás tienen una receta increíble. Juntas podemos hacer mucho dinero mientras ayudamos a tu perrita." se entusiasmó Luisa.
Ambas se pusieron manos a la obra, horneando galletas y pasteles. Rápidamente, su pequeño stand se llenó de vecinos que venían a comprar. Todos querían ayudar a la pequeña y su perra.
"- ¡Aquí tienen las galletas más ricas de Tarija! ¡Y para una buena causa!" gritó Sofía, con Katrina a su lado, recibiendo caricias de la gente. Poco a poco, empezaron a juntar el dinero necesario.
"- ¡Ya casi lo logramos!" exclamó Luisa mientras cuentan las monedas.
"- ¿Qué más podemos hacer en el camino?" preguntó Sofía.
"- ¡Podríamos organizar una rifa!" sugirió un vecino al escuchar la conversación. Sofía sonrió. "- ¡Buena idea! Vamos a buscar algunos premios entre los negocios del barrio."
Y así fue como en menos de un día, lograron juntar suficiente dinero no solo para llevar a Katrina al veterinario, sino también para comprarle un collar nuevo. Con el dinero en mano, las dos amigas llevaron a Katrina a la clínica.
La veterinaria, una amable señora, examinó a Katrina con mucha paciencia.
"- No te preocupes, Sofía. Vamos a curarla y a darle cuidados para que se recupere bien." dijo la veterinaria mientras le limpiaba la herida a Katrina.
Cuando todo terminó, Katrina salió con un vendaje en su patita y una sonrisa en su rostro. Los ojos de Sofía brillaban de emoción. "- ¡Gracias, doctora! ¡Te prometo que cuidaré aún más a Katrina y a nuestros lugares!"
"- Recuerda, Sofía. Siempre hay que cuidar donde vivimos. Si todos colaboramos y hacemos nuestra parte, el mundo puede ser un mejor lugar para todos, incluso para nuestros animalitos."
"- ¡Lo haré! Gracias por tu ayuda!" contestó Sofía, abrazando a Katrina con fuerza.
Desde aquel día, Sofía junto con Luisa y sus amigos comenzaron a organizar actividades en su barrio para recoger basura y cuidar el medio ambiente. Así, lograron que más personas se unieran a la causa y, cada vez que hacían limpieza, Sofía se aseguraba de que su amiga Katrina no encontrara más vidrios peligrosos.
Y así, Sofía aprendió que, aunque a veces pueda sentirse desamparada, siempre hay formas de encontrar ayuda cuando uno se esfuerza y se rodea de gente querida. No solo salvó a su fiel compañera, sino que además, por su esfuerzo, contribuyó a un Tarija más limpio y seguro para todos.
FIN.