El Valor de la Amistad



En una escuela pequeña, había una niña llamada Valentina. Cada día, llegaba a clase con su mochila a cuestas y se sentaba al fondo, alejada de los otros chicos. Aunque su belleza era evidente, a Valentina no le gustaba su apariencia y se sentía muy fea. Su cabello castaño, que caía en suaves ondas, y sus ojos brillantes, que reflejaban la luz del sol, no la convencían; ella solo se veía a sí misma como alguien que no encajaba.

Un día, mientras Valentina estaba sentada en el patio durante el recreo, una niña curiosa se acercó. Su nombre era Lola y tenía una gran sonrisa. Mientras corría y charlaba con sus amigos, accidentalmente tropezó con el banco donde Valentina estaba sentada.

"¡Ay! Lo siento mucho, no te vi!" - exclamó Lola, ruborizada.

"No hay problema..." - murmuró Valentina, sintiendo que su corazón se aceleraba.

Lola se sentó a su lado, ignorando la multitud de sus amigos que la llamaban.

"¿Por qué te sientas sola?" - preguntó Lola, con curiosidad.

"Porque nadie quiere jugar conmigo..." - respondió Valentina, mirando el suelo.

"Eso es raro, ¡mira qué hermosa sos!" - dijo Lola con sinceridad.

Valentina miró a Lola con sorpresa. Nadie había mencionado jamás lo que ella consideraba su belleza.

"¿Estás de broma?" - replicó Valentina.

"No, en serio. Te acordás de que en la clase de arte cuando pintaste ese cuadro, era increíble. Yo nunca pude hacer algo así" - dijo Lola, sonriendo.

Las palabras de Lola abrieron un pequeño rayo de luz en el corazón de Valentina. La conversación fluyó y, para sorpresa de Valentina, comenzaron a reír y compartir historias. Desde ese día, las dos se hicieron inseparables. Juntas exploraban el parque cercano, compartían sus meriendas y se ayudaban con las tareas escolares.

Pasaron las semanas y Valentina comenzó a sentirse diferente. Cada vez que miraba al espejo, intentaba ver lo que Lola veía en ella. Poco a poco, empezó a notarse más feliz y a disfrutar de la compañía de su amiga.

Un día, mientras estaban juntas en clase, la profesora anunció un concurso de talentos. Valentina siempre había tenido un talento especial para la pintura y sintió un cosquilleo en su corazón al pensarlo. Sin embargo, la inseguridad volvió a asaltarla.

"Lola, no creo que pueda participar..." - dijo Valentina, bajando la mirada.

"¡Pero tenés que hacerlo! Tu pintura puede ser increíble y, además, yo estaré ahí para ayudarte. ¡No estás sola!" - alentó Lola.

El día del concurso llegó y aunque Valentina estaba nerviosa, se sintió impulsada por el apoyo incondicional de su amiga. Preparó su lienzo y se concentró en crear una obra que reflejara su mundo. Colores vibrantes llenaron el espacio y, cuando terminó, sintió que había creado algo especial.

Cuando Valentina presentó su pintura, todo el aula se quedó en silencio. Después de un segundo, los aplausos resonaron. La profesora tuvo una gran sonrisa en su rostro.

"¡Felicidades, Valentina! Has ganado el primer puesto en el concurso de talentos. Tu obra muestra una belleza impresionante."

Valentina se sorprendió, pero lo que más le importó fue ver a Lola aplaudiendo emocionada. Durante el almuerzo, Valentina, todavía sorprendida, miró a su amiga.

"Gracias, Lola. Sin tu apoyo, nunca lo hubiera hecho."

"¡Es que sos increíble, Valen! Solo necesitabas creerlo" - respondió Lola, sonriendo.

A partir de ese día, Valentina entendió que no necesitaba cambiar su apariencia para ser hermosa. Con la amistad de Lola, aprendió a valorarse y a abrazar su singularidad. Juntas vivieron muchas aventuras, respaldándose mutuamente en cada paso.

Y así, Valentina dejó atrás sus inseguridades, llenando su mundo con amor y amistad. Siguió pintando, siempre recordando que la verdadera belleza viene de dentro, y su amistad con Lola iluminó su vida como el más hermoso de los colores.

FIN.

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