El valor de la amistad



Había una vez un niño llamado Pedro que vivía en un pequeño pueblo. Pedro era muy inteligente y siempre obtenía las mejores notas en la escuela. Sin embargo, tenía un problema: era extremadamente envidioso.

Pedro sentía celos de sus compañeros de clase cuando ellos recibían elogios por sus logros. Siempre quería ser el mejor y se enfadaba cuando alguien le superaba. Debido a su actitud negativa, poco a poco fue perdiendo amigos.

Ya nadie quería estar cerca de él porque se sentían incómodos con su constante envidia. Un día, mientras caminaba solo por el parque, vio a un grupo de niños jugando y riendo juntos.

Se acercó tímidamente y les preguntó si podía unirse a ellos. Los niños lo miraron con desconfianza pero decidieron darle una oportunidad. Durante ese día, Pedro disfrutó mucho jugando con los demás niños.

Pero pronto volvió a sentir esa sensación de envidia cuando uno de los chicos ganó una carrera y todos lo felicitaron efusivamente.

Esa noche, mientras pensaba sobre lo ocurrido, Pedro se dio cuenta de que siempre había sido egoísta al pensar solo en sí mismo y no poder alegrarse por los éxitos de los demás. Decidió cambiar su actitud y aprender a valorar las cualidades únicas que cada persona posee.

Al día siguiente, Pedro llegó al parque con una sonrisa en el rostro dispuesto a demostrarles a sus nuevos amigos que había cambiado para bien. "¡Hola chicos! ¿Puedo jugar con ustedes?", preguntó entusiasta. Los niños se miraron entre sí, sorprendidos por su cambio de actitud, pero finalmente aceptaron su compañía. Pedro se esforzó por ser amable y generoso con los demás.

Aplaudió cuando uno de los chicos ganó una competencia y felicitó a otro cuando dibujó algo hermoso. Poco a poco, fue ganando la confianza y el respeto de sus compañeros.

Un día, mientras jugaban en el parque, un niño llamado Tomás empezó a sentirse triste porque no podía subirse al columpio debido a que tenía miedo. Pedro se acercó a él y le ofreció su ayuda.

"¡No te preocupes, Tomás! Yo te ayudaré a subir al columpio", dijo Pedro sonriendo. Tomás aceptó la oferta de Pedro y juntos lograron superar el miedo. Desde ese momento, Tomás consideró a Pedro como su mejor amigo y todos los demás niños también empezaron a apreciarlo más.

A medida que pasaba el tiempo, Pedro se convirtió en un niño mucho más feliz. Ya no sentía envidia hacia los demás porque había aprendido que cada persona tiene habilidades especiales que merecen ser celebradas.

Y así, gracias a su cambio de actitud y generosidad, Pedro recuperó la amistad perdida e hizo nuevos amigos para toda la vida. Aprendió que compartir alegrías con los demás es mucho más gratificante que estar siempre compitiendo para ser el mejor.

Desde entonces, Pedro siguió siendo inteligente pero también se convirtió en una persona solidaria y empática. Y vivieron felices todos juntos en aquel pequeño pueblo donde la amistad era lo más valioso.

FIN.

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