El valor de la amistad


Había una vez un niño llamado Benjamin, a quien le encantaba recibir regalos. Cada vez que se acercaban las fiestas de cumpleaños o navidad, su emoción crecía al pensar en todos los obsequios que recibiría.

Un día, Gabriel y Nicolás, los mejores amigos de Benjamin, decidieron hacerle un regalo muy especial por su cumpleaños. Habían buscado durante semanas el presente perfecto para él y finalmente lo encontraron: un juego de construcción con piezas brillantes y coloridas.

Benjamin abrió el paquete con entusiasmo y rápidamente descubrió lo que había dentro. Pero en lugar de sonreír y decir gracias como siempre hacía, frunció el ceño y suspiró decepcionado.

"¿Qué pasa Benjamin? ¿No te gusta nuestro regalo?" preguntó Gabriel preocupado. "No es eso... " respondió Benjamin mirando hacia abajo. "Es solo que ya tengo muchos juegos de construcción y este no me parece tan divertido". Gabriel y Nicolás se sintieron tristes al escuchar esto.

Querían hacer feliz a su amigo pero no sabían cómo hacerlo si no les gustaba lo que habían elegido con tanto cariño. —"Benjamin" , dijo Nicolás poniéndole una mano en el hombro.

"Entendemos que tal vez este no sea exactamente lo que esperabas, pero queremos enseñarte algo importante: aprender a aceptar los regalos aunque no sean exactamente lo que quieres". "¿Por qué debería aceptar algo que no me gusta?" preguntó Benjamin cruzándose de brazos.

"Porque cuando alguien te da un regalo está mostrando su afecto y su preocupación por ti. No se trata solo del objeto en sí, sino del gesto de amor que hay detrás", explicó Gabriel.

Benjamin pensó en esto durante un momento y luego asintió lentamente con la cabeza. "Tienen razón. Lo siento chicos, no quería ser grosero. Gracias por el regalo, lo guardaré junto a los demás juegos de construcción". Gabriel y Nicolás sonrieron aliviados y juntos comenzaron a armar el juego de construcción.

Mientras trabajaban juntos, Benjamin comenzó a darse cuenta de que incluso si no era exactamente lo que esperaba, aún podía divertirse con él.

Esa noche, mientras se preparaba para dormir, Benjamin se dio cuenta de que había aprendido una lección valiosa. A partir de ese día prometió aceptar todos los regalos con gratitud y aprecio, sin importar si eran exactamente lo que quería o no.

Y así fue como Benjamin aprendió a valorar las cosas importantes en la vida: el amor y la amistad verdadera.

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