El valor de la amistad



Había una vez un niño llamado Tomás que estaba jugando en el patio de la escuela con sus amigos. Estaban pasándola genial, corriendo y riendo sin parar.

Pero de repente, en medio del juego, Tomás se tropezó y cayó al suelo. Sus amigos se acercaron preocupados para ver si estaba bien. - ¡Ay! Eso me dolió mucho -se quejó Tomás mientras se levantaba del suelo.

Sus amigos le preguntaron si estaba bien, pero él, sintiéndose avergonzado por haberse caído delante de todos, respondió bruscamente:- ¡Déjenme en paz! No necesito su ayuda. Y así, enfadado y frustrado, Tomás se alejó de sus amigos y decidió jugar solo.

Mientras los otros niños seguían divirtiéndose juntos, él se sentía cada vez más solo y triste. Pasaron unos días y Tomás seguía sin querer hablar con sus amigos. Se había acostumbrado a jugar solo en un rincón del patio, observando a los demás niños divertirse juntos.

Hasta que un día, Martina, una compañera de clase muy simpática, se acercó a él. - ¿Qué te pasa, Tomás? Te veo muy solitario últimamente -le preguntó Martina con ternura.

Tomás bajó la mirada y murmuró:- Me siento mal porque me caí frente a mis amigos y me reíron. Martina lo miró comprensiva y le dijo:- Todos nos caemos alguna vez, no hay nada de qué avergonzarse. Lo importante es levantarse y seguir adelante.

Tus amigos no quisieron burlarse de ti; les importas mucho y les gustaría volver a jugar juntos contigo. Las palabras de Martina resonaron en el corazón de Tomás.

Reflexionando sobre lo ocurrido, entendió que había malinterpretado la situación y había dejado que su orgullo lo alejara de sus seres queridos. Decidió darles una oportunidad nuevamente. Esa misma tarde, durante el recreo, Tomás se acercó tímidamente a sus amigos y les dijo:- Perdón por haberme alejado.

Me di cuenta de que cometí un error al pensar mal de ustedes.

¿Podemos volver a ser amigos? Sus compañeros lo recibieron con los brazos abiertos y entre risas le dijeron:- ¡Claro que sí! ¡Siempre seremos amigos! Desde ese día, Tomás aprendió una valiosa lección: la importancia de comunicarse abierta y sinceramente con los demás para resolver los conflictos.

Descubrió que pedir perdón no significa debilidad, sino madurez emocional; además comprendió que contar con el apoyo incondicional de verdaderos amigos es uno de los tesoros más grandes que puede tener en la vida.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!