El valor de la amistad



Había una vez en un tranquilo barrio de Buenos Aires, un niño llamado Felipe. Felipe era un niño muy alegre y divertido, pero tenía un problema: no le gustaba prestar sus juguetes a los demás niños.

Siempre que alguien le pedía prestado algo, él se ponía malhumorado y se negaba rotundamente. Un día, llegó al parque un nuevo vecino llamado Martín.

Martín era muy simpático y pronto se hizo amigo de todos los niños del barrio, incluido Felipe. Martín estaba muy interesado en el set de bloques de construcción que Felipe tenía en su casa y le pidió amablemente si podía jugar con ellos.

Felipe, como siempre, se puso a la defensiva y le dijo a Martín que no podía tocar sus bloques de construcción. Martín, sorprendido por la reacción de Felipe, intentó convencerlo diciéndole:"Por favor Felipe, solo quiero jugar un rato con tus bloques. Prometo cuidarlos mucho.

"Pero Felipe seguía negándose y finalmente Martín se fue triste al parque a jugar con los demás niños. Mientras tanto, dentro de la casa de Felipe algo inesperado sucedió: uno de los bloques se cayó al suelo y se rompió en pedazos.

Felipe quedó impactado al ver lo ocurrido y sintió mucha tristeza al darse cuenta de que había sido culpa suya por no querer compartir sus juguetes. Decidió entonces ir al parque a buscar a Martín para contarle lo sucedido.

Cuando encontró a Martín entre risas con los demás chicos, Felipe se acercó avergonzado y le dijo:"Martín, tengo algo importante que decirte... Se me rompió uno de mis bloques porque fui egoísta e irrespetuoso contigo.

"Martín escuchaba atentamente mientras Felipe continuaba:"Quiero pedirte disculpas por mi actitud. Me di cuenta de que es más importante compartir y ser amable con los demás que aferrarme a mis cosas.

"Martín sonrió comprensivamente y le tendió la mano a Felipe diciendo:"No te preocupes amigo, todos cometemos errores. Lo importante es aprender de ellos y ser mejores personas cada día. "Desde ese día, Felipe aprendió la valiosa lección de compartir y ser generoso con los demás.

Jugaba felizmente con Martín y los demás niños del barrio, sabiendo que la verdadera felicidad radica en la amistad y el compañerismo.

Y así, juntos construyeron grandes castillos con los bloques compartidos donde reinaban la alegría y la solidaridad entre todos los niños del barrio.

FIN.

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