El valor de la amistad


Había una vez en el colegio "Rayitos de Sol", un grupo de chicos pelones, atrevidos y groseros que se burlaban y molestaban a sus compañeros.

Ellos eran Tomás, Martín y Lucas, quienes pensaban que era divertido hacer sentir mal a los demás.

Un día, mientras jugaban en el patio del colegio, se acercaron a Juanita, una niña muy tímida que siempre llevaba una trenza larga y le decían cosas feas como "¡Tu peinado es horrible!" o "¡Eres la más fea de toda la escuela!". Juanita se sentía muy triste y no sabía qué hacer para detener las burlas. "¡Ja ja ja! Miren a la llorona de Juanita", se reían los chicos pelones.

Pero justo en ese momento apareció Mateo, un niño nuevo en el colegio que tenía un brillo especial en los ojos.

Se acercó a Juanita y le dijo con voz firme:"No les hagas caso, ellos solo quieren hacerte sentir mal porque no son felices con ellos mismos". Juanita miró a Mateo sorprendida por sus palabras. Nunca nadie le había defendido antes. Los chicos pelones también se sorprendieron por la valentía de Mateo.

"¿Y tú quién te crees para decirnos qué hacer?", preguntó Tomás molesto. Mateo respondió calmadamente: "Soy alguien que sabe que todos merecemos respeto y amabilidad".

Los días pasaron y Mateo seguía demostrando su bondad al ayudar a sus compañeros, compartir su merienda e invitar a jugar a quienes estaban solos. Poco a poco, los chicos pelones comenzaron a darse cuenta de que podían ser mejores personas si cambiaban su actitud.

Una tarde, cuando estaban solos en el patio del colegio, Tomás tomó coraje y se acercó a Juanita:"Lo siento por haberte molestado tanto. No está bien lo que hicimos". Juanita lo miró sorprendida por sus palabras sinceras y aceptó sus disculpas con una sonrisa.

Los otros chicos pelones también se disculparon y prometieron cambiar su comportamiento. Desde ese día, los chicos pelones dejaron de ser groseros y atrevidos. Aprendieron que la verdadera amistad se basa en el respeto mutuo y la bondad hacia los demás.

Y todo gracias a Mateo, quien con su ejemplo les enseñó una gran lección: nunca es tarde para cambiar y ser mejores personas.

Y colorín colorado este cuento ha terminado con un mensaje claro: sé amable siempre, porque nunca sabes cómo puedes alegrarle el día a alguien con tan solo unas palabras amables.

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