El valor de la amistad



Había una vez un pequeño perrito llamado Rufus que tenía un juguete favorito: una pelota de tenis. Rufus llevaba su pelota a todas partes y la mordisqueaba con mucho cariño.

Pero un día, cuando salió al parque con sus dueños, se dio cuenta de que había perdido su querida pelota. -¡Oh no! -exclamó Rufus-. ¿Dónde está mi pelota? La he perdido.

Rufus buscó por todo el parque, olfateando cada rincón y mirando debajo de los arbustos, pero no encontró su juguete en ninguna parte. Estaba muy triste y desanimado. -¿Qué voy a hacer sin mi pelota? -se lamentaba Rufus-. No puedo jugar sin ella.

Sus dueños intentaron consolarlo y le compraron otros juguetes para distraerlo, pero nada parecía llenar el vacío que había dejado la pérdida de su preciada pelota. Un día, mientras caminaban por el parque, Rufus vio a otro perro corriendo felizmente detrás de una pelota similar a la suya.

Se acercó curioso y comenzó a jugar con él. Al principio estaba un poco tímido y nervioso por compartir su nuevo amigo con la pelota, pero pronto se dio cuenta de que era divertido jugar juntos.

-¡Esto es genial! -dijo Rufus emocionado-. ¡No necesito mi vieja pelota para ser feliz! A partir de ese momento, Rufus aprendió que no todo lo importante en la vida era tener cosas materiales o estar solo centrado en sí mismo.

Aprendió que la amistad y el compartir momentos divertidos con otros eran mucho más valiosos. Y aunque nunca encontró su pelota, Rufus fue feliz jugando con sus amigos perros en el parque.

Desde entonces, Rufus siempre recordaba que no debía aferrarse tanto a las cosas materiales y que lo importante era disfrutar del momento presente junto a sus seres queridos. Fin.

FIN.

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