El valor de la amistad


Había una vez en un bosque encantado, tres amigos muy especiales: Lucas el conejito, Martina la ardilla y Lola la mariposa. Siempre jugaban juntos y se divertían explorando cada rincón del bosque.

Un día, mientras caminaban por el sendero de flores coloridas, encontraron a un nuevo amigo: Rocco el zorro. Rocco parecía simpático y quería unirse al juego de los tres amigos. Lucas, Martina y Lola estaban emocionados por tener un nuevo compañero de aventuras.

"¡Hola! ¿Quieren jugar a las escondidas conmigo?" -propuso Rocco con entusiasmo. Los tres amigos aceptaron encantados y comenzaron a jugar. Pero pronto notaron que algo no estaba bien.

Rocco empezó a empujar a Lucas para encontrarlo más rápido, ignorando que eso lo hacía sentir incómodo. "¡Espera! ¡Eso no está bien!" -dijo Lucas con voz temblorosa. Martina y Lola también se dieron cuenta de que algo andaba mal.

Se acercaron a Lucas para apoyarlo y le recordaron a Rocco sobre la importancia del respeto y el consentimiento en los juegos. "En nuestros juegos siempre nos cuidamos unos a otros. Es importante respetar los límites de cada uno", explicó Martina con amabilidad.

Rocco se detuvo sorprendido por sus acciones y pidió disculpas sinceramente. Entendió que había cometido un error al no pedir permiso antes de actuar e hizo una promesa de ser más considerado en el futuro.

Los cuatro amigos continuaron jugando juntos, esta vez siguiendo las reglas del respeto mutuo y el consentimiento. Aprendieron que todos tenemos derecho a expresar cómo nos sentimos y qué nos hace sentir cómodos o incómodos en cualquier situación.

Al final del día, cuando el sol comenzaba a ponerse detrás de las montañas, los cuatro amigos se abrazaron felices por haber aprendido una valiosa lección sobre el valor del consentimiento en la amistad.

Desde entonces, Lucas, Martina, Lola y Rocco siguieron siendo inseparables en sus aventuras por el bosque encantado, recordando siempre que el respeto hacia los demás es la clave para mantener una amistad fuerte y duradera. Y así vivieron felices para siempre entre risas, juegos divertidos y mucha complicidad entre ellos.

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