El valor de la amistad



Había una vez en un colegio muy especial, la Maestra Clara, una docente ejemplar que siempre se esforzaba por dar lo mejor de sí misma y ser un modelo a seguir para sus alumnos.

Su aula era un lugar lleno de colores y alegría, donde cada niño se sentía valorado y apoyado. Un día, llegó al colegio un nuevo alumno llamado Tomás. Era tímido y reservado, y le costaba adaptarse a su nueva escuela.

Maestra Clara notó que algo preocupaba a Tomás y decidió acercarse a él para brindarle su ayuda. "Hola Tomás, ¿cómo estás? Veo que te sientes un poco nervioso. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?" -preguntó cariñosamente Maestra Clara.

Tomás miró a la maestra con ojos tristes y le confesó que le costaba hacer amigos y sentía miedo de no encajar en el colegio. Maestra Clara sonrió con ternura y le dijo:"No te preocupes, Tomás.

Aquí todos somos diferentes pero eso nos hace especiales. Te propongo algo: ¿qué tal si organizamos juntos una actividad para conocer más a tus compañeros?"Tomás asintió tímidamente, sorprendido por la amabilidad de Maestra Clara.

Juntos planearon una tarde llena de juegos divertidos en el patio del colegio. Poco a poco, los demás niños se fueron sumando a la actividad y Tomás comenzó a sentirse más cómodo entre sus compañeros.

Los días pasaron y Tomás fue integrándose cada vez más al grupo gracias al apoyo incondicional de Maestra Clara. La maestra demostraba día tras día valores como la empatía, el respeto y la solidaridad, siendo un ejemplo vivo para todos los niños.

Un viernes por la tarde, antes de irse a casa, Maestra Clara reunió a todos los alumnos en círculo y les dijo:"Queridos niños, hoy quiero recordarles lo importante que es ser amables unos con otros. Cada uno de ustedes tiene cualidades únicas que los hacen especiales.

Siempre recuerden ser valientes como Tomás al enfrentar sus miedos e invitarlos a conocerlo. "Los niños aplaudieron emocionados mientras Tomás sonreía radiante ante tanto cariño recibido.

Desde ese día, el colegio se convirtió en un lugar donde la diversidad era celebrada y donde cada niño podía brillar con luz propia gracias al amoroso ejemplo de Maestra Clara.

Y así fue como Maestra Clara demostró una vez más que ser maestro va mucho más allá de enseñar materias escolares; también implica sembrar valores en el corazón de los pequeños para que crezcan como personas íntegras y solidarias.

FIN.

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