El valor de la amistad
Tom era un chico muy inteligente y amable, pero a pesar de eso, se sentía triste porque no tenía ningún amigo.
Cada día, después de la escuela, volvía a casa y se encerraba en su cuarto para jugar videojuegos o leer algún libro. Un día, mientras caminaba por el parque, Tom vio a un grupo de niños jugando al fútbol. Él quería unirse a ellos pero no sabía cómo hacerlo.
Así que decidió acercarse lentamente y ver si podía participar. "Hola chicos", dijo tímidamente Tom. "¿Quién eres tú?", preguntó uno de los niños del grupo. "Me llamo Tom y me gustaría jugar con ustedes", respondió él.
Los otros niños lo miraron sorprendidos y luego se rieron entre ellos. "No creo que puedas jugar con nosotros", dijo otro niño. "Eres demasiado débil". Tom se sintió muy mal cuando escuchó eso.
Pero en lugar de irse corriendo como lo habría hecho antes, decidió quedarse allí e intentarlo una vez más. "Por favor", suplicó Tom. "Solo quiero divertirme con ustedes". Finalmente, los niños aceptaron dejarlo jugar aunque no estaban muy convencidos de que fuera una buena idea.
Al principio, Tom tuvo algunos problemas para seguir el ritmo del juego porque nunca había jugado al fútbol antes. Pero poco a poco fue mejorando gracias al apoyo y la ayuda de los otros niños del grupo.
Después del partido, todos se sentaron juntos en el césped para descansar y tomar agua. Fue entonces cuando uno de los niños le preguntó a Tom por qué siempre estaba solo. "No sé", respondió Tom con tristeza.
"Creo que soy un poco diferente a los demás". Los otros niños se sorprendieron al escuchar eso y luego se dieron cuenta de que habían sido muy injustos con él. "Bueno, nosotros también somos diferentes en algunas cosas", dijo uno de ellos.
"Pero eso no significa que no podamos ser amigos". A partir de ese día, Tom comenzó a pasar tiempo con el grupo de niños del parque.
A veces jugaban al fútbol, otras veces iban al cine o simplemente se sentaban juntos para charlar.
Él finalmente había encontrado un lugar donde pertenecer y lo más importante: había aprendido que la amistad no tiene nada que ver con ser igual a los demás, sino con aceptar las diferencias y valorarlas como una parte única e importante de cada persona.
FIN.