El valor de la amistad en el bosque encantado


Había una vez, en medio de un frondoso bosque, una escuela muy especial. Los niños que asistían a ella eran los más felices del mundo.

Jugaban, aprendían y se divertían todos juntos, bajo el cálido sol y rodeados de árboles gigantes. Un día, llegó a la escuela una maestra nueva. Era una mujer vestida de negro con largos cabellos oscuros y ojos brillantes como estrellas.

Pero lo que nadie sabía era que ella no era una simple maestra, ¡era una bruja disfrazada! La bruja comenzó a enseñar a los niños cosas extrañas y malvadas. Les decía que debían hacer travesuras y mentir para conseguir lo que querían.

Los pequeños empezaron a creer en sus palabras y actuar de manera diferente. Los dibujos coloridos llenos de alegría se convirtieron en garabatos grises llenos de maldad. Las risas sinceras se transformaron en burlas crueles entre ellos.

La luz que antes iluminaba sus corazones ahora estaba contaminada por las malas intenciones sembradas por la bruja disfrazada. Pero había un niño llamado Tomás que no se dejaba llevar por el hechizo maligno de la bruja.

Él sabía en su interior que algo andaba mal y decidió investigar. Una tarde, mientras los demás niños estaban ocupados haciendo maldades siguiendo las instrucciones de la bruja disfrazada, Tomás decidió seguir sus pasos sigilosamente hasta llegar al rincón más oscuro del bosque.

Allí encontró un caldero gigante donde la bruja preparaba sus pociones malignas. Tomás decidió enfrentarla y le dijo valientemente: "¡Detente, bruja malvada! Has contaminado los corazones de mis amigos con tus mentiras y maldades". La bruja se sorprendió al ver que alguien había descubierto su disfraz.

Sin embargo, no se rindió fácilmente y lanzó un hechizo para intentar atrapar a Tomás. Pero el niño tenía algo muy poderoso dentro de sí: el amor y la amistad que compartía con sus compañeros.

Eso lo hizo invulnerable a los malos hechizos de la bruja. Tomás cerró los ojos y comenzó a recordar momentos felices en la escuela antes de la llegada de la bruja. Recordó las risas, los juegos y cómo todos se ayudaban mutuamente.

De repente, una luz brillante envolvió a Tomás y también al caldero donde estaba la bruja. La oscuridad desapareció y en su lugar aparecieron rayos de colores llenando todo el bosque.

Los demás niños, quienes habían seguido a Tomás hasta allí sin que él lo supiera, quedaron asombrados por el espectáculo. Vieron cómo la maestra-bruja perdía su disfraz oscuro revelando su verdadera forma: una hermosa hada del bosque.

El hada les explicó que había venido para ponerlos a prueba y enseñarles una importante lección sobre el valor del amor, la amistad y ser fieles a uno mismo. Desde ese día, los niños volvieron a ser felices en su escuela del bosque.

Aprendieron a no dejarse influenciar por las malas intenciones y a valorar el poder de la amistad.

Y así, con sus corazones llenos de luz y alegría, continuaron su camino en busca de nuevas aventuras, siempre recordando que el amor y la amistad son los verdaderos tesoros que nunca deben ser contaminados por las maldades del mundo.

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