El valor de la amistad en Villa Esperanza



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, un niño llamado Mateo. Mateo era de piel oscura y ojos brillantes, lo que lo hacía destacar entre los demás niños del lugar, que tenían la piel más clara.

Desde muy chico, Mateo se dio cuenta de que era diferente y eso le generaba tristeza. Los otros niños a veces se burlaban de él por su color de piel y no lo incluían en sus juegos.

Esto entristecía mucho a Mateo, quien anhelaba tener amigos con quienes jugar y divertirse. Un día, mientras caminaba por el bosque cercano al pueblo, Mateo se encontró con una mariposa multicolor atrapada entre unas ramas.

Sin dudarlo, la ayudó a liberarse y la mariposa revoloteó alegremente antes de desaparecer entre los árboles. "Gracias por salvarme", dijo una voz suave detrás de él.

Mateo se dio vuelta y vio a una anciana con cabellos plateados y ojos sabios que brillaban como estrellas en la noche. "¿Quién eres?", preguntó sorprendido Mateo. "Soy Luna, la guardiana del bosque", respondió la anciana con una sonrisa cálida.

Luna le contó a Mateo que ella podía ver el corazón puro de las personas y que había notado su tristeza. Le dijo que cada ser era único e importante en este mundo, sin importar su apariencia exterior.

"Recuerda siempre quién eres realmente en tu interior", le aconsejó Luna antes de desaparecer entre las sombras del bosque. Las palabras de Luna resonaron en el corazón de Mateo. A partir de ese día, decidió aceptarse tal como era y valorar sus propias cualidades.

Comenzó a dibujar historias fantásticas sobre mundos imaginarios donde todos eran iguales y se respetaban mutuamente. Poco a poco, los otros niños del pueblo comenzaron a interesarse por las historias de Mateo y pronto descubrieron al niño creativo y amable que se escondía detrás de su piel oscura.

De repente, Mateo ya no estaba solo; tenía amigos con quienes compartir risas y aventuras. Un día, durante el festival anual del pueblo, los niños pidieron a Mateo que contara una de sus historias frente a todos.

Al principio sintió nerviosismo, pero recordando las palabras sabias de Luna tomó coraje y subió al escenario. Con voz clara y segura narró una historia sobre la importancia del respeto hacia las diferencias y la belleza única que cada persona posee en su interior.

Al terminar su relato, fue aplaudido por todos los presentes y recibió abrazos sinceros llenos de cariño. Desde ese día en adelante, Villa Esperanza cambió para siempre.

Los niños aprendieron a valorar las diferencias unos de otros y juntos construyeron un lugar donde reinaran la amistad verdadera y el respeto mutuo. Mate fue protagonista no solo en sus cuentos sino también en cambiar el pensamiento del resto.

Y así fue como Mateo descubrió que no importa tu color o tu origen: lo importante es ser fiel a uno mismo e irradiar amor hacia los demás.

El pequeño niño marginado por su raza había encontrado finalmente su lugar en el mundo: rodeado de amigos auténticos que lo querían tal como era. Y colorín colorado este cuento ha terminado pero nunca olvides: ¡sé siempre tú mismo!

FIN.

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