El valor de la amistad perdida


En un pequeño pueblo de Argentina, en la escuela "Patria y Libertad", vivía Carlitos, un niño travieso y curioso que siempre estaba metido en problemas.

A pesar de ser muy simpático, tenía un problema: le gustaba llevarse las cosas de sus compañeros sin permiso. Un día, mientras jugaba en el patio del colegio, Carlitos vio una linda lapicera que le llamó la atención. Sin pensarlo dos veces, la tomó y se la guardó en su bolsillo.

Martina, la dueña de la lapicera, notó que le faltaba y comenzó a llorar desconsoladamente. "¡Mi lapicera favorita desapareció! ¿Alguien la vio?", preguntó Martina entre sollozos.

Carlitos se sintió mal al verla llorar pero no sabía cómo devolverle la lapicera sin que lo descubrieran. Decidió esconderla en su mochila por el momento. Los días pasaron y los objetos seguían desapareciendo misteriosamente en el colegio. Todos sospechaban de Carlitos, pero nadie podía probar nada.

Hasta que un día algo inesperado sucedió. Durante una clase de matemáticas, el profesor pidió a los alumnos sacar sus reglas para hacer unas mediciones. Juanito abrió su estuche y notó que su regla tampoco estaba allí.

"¡Otra vez desapareció algo! ¡Esto no puede seguir así!", exclamó Juanito molesto. El profesor decidió registrar las mochilas de todos los niños para encontrar el objeto perdido.

Cuando llegó el turno de revisar la mochila de Carlitos, encontraron no solo la regla de Juanito sino también varias otras cosas que habían desaparecido en las últimas semanas. "¿Por qué llevabas tantas cosas que no son tuyas?", preguntó el profesor seriamente.

Carlitos bajó la cabeza avergonzado y admitió lo que había estado haciendo. Se disculpó con sus compañeros y prometió devolver cada objeto a su legítimo dueño.

A partir de ese día, Carlitos entendió lo importante que era respetar las pertenencias de los demás y aprender a pedir las cosas prestadas en lugar de tomarlas sin permiso. Poco a poco fue ganándose nuevamente la confianza de sus compañeros gracias a sus acciones honestas y sinceras.

Martina recuperó finalmente su amada lapicera e incluso decidió regalarle una nueva a Carlitos como muestra de perdón y amistad. Desde entonces, él se convirtió en uno más del grupo, aprendiendo valiosas lecciones sobre empatía, solidaridad y responsabilidad.

Y colorín colorado este cuento ha enseñado que es mejor compartir y pedir prestado antes que tomar lo ajeno sin permiso.

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