El valor de la amistad y la valentía
Era un día soleado en el pequeño pueblo de Colina Verde, donde todos los niños jugaban en el parque. Luna, una niña de cabellos rizados y espíritu aventurero, estaba montando su bicicleta, riendo y disfrutando de la brisa fresca. Su mejor amiga, Isabella, la observaba desde un lado con una sonrisa.
"¡Luna, ten cuidado!" - gritó Isabella, mientras Luna giraba con una gran sonrisa.
Pero en su emoción, Luna no vio un pequeño bache en el camino. Zas, su bicicleta tropezó y ella cayó al suelo, rasguñándose la rodilla y ensuciándose de tierra.
"¡Ay!" - exclamó Luna, mientras se tocaba la rodilla. Al mirar su mano, notó que estaba manchada de sangre.
Isabella corre hacia ella, preocupada.
"¡¿Estás bien, Luna? !" - dijo, arrodillándose a su lado.
"Sí, solo un rasguño... pero duele..." - respondió Luna, con los ojos un poco húmedos.
Isabella se acordó de que había un botiquín en su casa, así que rápidamente lo mencionó:
"Vamos a casa, yo te ayudo. Tengo curitas y pomada para que no se infecte."
Mientras caminaban hacia la casa de Isabella, Luna empezó a contar historias de héroes y aventuras en las que los personajes se caían y se levantaban, haciendo reír a Isabella.
"Siempre hay que levantarse después de caer, ¿no?" - dijo Luna, sonriendo a pesar del dolor.
"Sí, pero también es importante cuidarse y no olvidar que podemos caer, y eso está bien, siempre que aprendamos de eso" - contestó Isabella.
Cuando llegaron a la casa, Isabella tomó el botiquín y comenzó a limpiar la herida de Luna con mucho cuidado.
"¡Ay! Eso pica un poco…" - dijo Luna, pero trató de no quejarse.
"Lo sé, pero es para que te mejores más rápido" - dijo Isabella, llenando su voz de ternura.
Mientras la curaba, las dos amigas recordaron una historia que escucharon el día anterior sobre un héroe que siempre ayudaba a los demás y nunca se rendía.
"¿Te acordás de Valiente? Dicen que siempre se encargó de proteger a los que querían ayudar, sin importar si estaba lastimado" - comentó Luna.
"Exacto. Podríamos ser como él, siempre dispuestas a ayudar a los demás, incluso si un rasguño nos detiene por un momento" - respondió Isabella, asintiendo.
Una vez que terminó de curar su herida, Isabella sorprendió a Luna con un dibujo que hizo en el parque mientras la cuidaba. Era una imagen de ellas dos montando su bicicleta juntas, riendo y disfrutando el momento.
"¡Mirá! Si montamos juntas, no hay ninguna caída que no podamos superar" - dijo Isabella, entregándole el dibujo.
"¡Es hermoso!" - dijo Luna, con una gran sonrisa en el rostro.
Las dos se abrazaron, sintiéndose más fuertes y unidas que nunca. Luego, decidieron salir a jugar de nuevo, pero esta vez, con más cuidado.
Ese día, aprendieron que aunque a veces podamos caer, lo más importante es levantarse y seguir adelante junto a nuestros amigos. Juntas, eran valientes y podían enfrentar cualquier cosa, incluso un pequeño rasguño.
Desde ese día, cada vez que una de ellas se caía, la otra siempre estaba ahí para ayudar y recordarles a ambas que la amistad era más fuerte que cualquier bache en el camino. Y así, entre risas y aventuras, Luna e Isabella siguieron jugando en el parque, disfrutando cada momento, sabiendo que juntas podían superar cualquier obstáculo.
Y así concluyó su día en Colina Verde, con el sol brillando, el viento soplando suave y la alegría de una gran amistad.
FIN.