El Valor de la Basura



Era una noche tranquila en la ciudad de Lumistella, una ciudad llena de luces brillantes y grandes edificios. Cuando el sol se escondió, los ciudadanos se acomodaban en sus hogares, pero no todos estaban en silencio. En la calle, un camión de la basura comenzaba su trabajo. Éste era el camión de Don Miguel, un recolector de basura muy querido por todos.

Don Miguel era un hombre alto y amable, conocido por su sonrisa siempre abierta. Cada noche, mientras recogía las bolsas de basura, contaba historias a los pequeños que se asomaban por las ventanas.

"¡Miren, miren! Ahí viene Don Miguel!" - gritó Sofía, una niña curiosa que siempre esperaba ansiosa el paso del camión.

"¡Hola, Sofía! ¿Cómo estás esta noche?" - respondió Don Miguel, mientras su camión hacía un ruido suave al detenerse.

Ese día, el cielo estaba estrellado y todo parecía perfecto, hasta que Sofía notó algo extraño en la esquina de la calle.

"Don Miguel, ¿qué es eso que brilla en el contenedor de basura?" - preguntó Sofía.

"Vamos a comprobarlo, Sofía!" - dijo Don Miguel, mientras se acercaba con su linterna en mano. Al abrir el contenedor, encontró una vieja lámpara cubierta de tierra.

"Parece que alguien tiró esta lámpara sin saber la magia que tiene. Vamos a limpiarla y ver si funciona" - sugirió Don Miguel.

Sofía y Don Miguel limpiaron la lámpara hasta que brilló como nunca. Cuando terminaron, Sorprendentemente, una nube de humo salió de la lámpara y apareció una hada diminuta.

"¡Gracias por liberarme! Soy la Hada de los Deseos. Pueden pedir un deseo cada uno" - anunció el hada, sonriendo.

Sofía, emocionada, pensó en todo lo que podía desear. Sin embargo, recordando las enseñanzas de su escuela sobre cuidar el medio ambiente, decidió pedir algo especial.

"Yo deseo que todas las bolsas de basura en la ciudad se transformen en cosas útiles para ayudar a los demás" - exclamó Sofía.

Don Miguel sonrió, orgulloso de la reflexión de Sofía. Y el hada, encantada, exclamó:

"¡Hecho! Ahora tú, Don Miguel, ¿qué deseas?"

Don Miguel se quedó pensativo.

"Yo deseo que todos en la ciudad aprendan a valorar lo que tienen y quieran cuidar su hogar" - dijo, y el hada asintió. De repente, una luz brillante iluminó el cielo y las bolsas de basura comenzaron a transformarse.

Cada bolsa se convertía en algo útil: juguetes reciclados, libros, ropa, y hasta herramientas de jardinería. Los ciudadanos salieron de sus casas, asombrados al ver cómo sus desechos se transformaban en regalos de la comunidad.

La ciudad, que antes estaba llena de basura, brillaba ahora con la luz de la creatividad y la solidaridad. Todos aprendieron a cuidar su entorno y a hacer que los residuos fueran un recurso en lugar de un problema.

Y cada noche, cuando Don Miguel y Sofía salían a recoger la basura, contaban historias sobre cómo haber valorado lo que parecía sin importancia cambió su ciudad para siempre.

Desde esa noche, Lumistella no solo era la ciudad de las luces, sino también la ciudad de los deseos cumplidos y la solidaridad. Y todo gracias a un pequeño gesto de cuidar lo que tenemos y disfrutar la magia que hay en el mundo, aunque sea en el lugar menos esperado.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!
1