El valor de la diversidad



Había una vez, en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Miguel. Miguel era muy curioso y siempre estaba buscando nuevas aventuras. Un día, mientras estaba sentado en su clase de primer grado, algo increíble sucedió.

De repente, el suelo comenzó a temblar y la puerta del salón se abrió de par en par.

Para sorpresa de todos los niños, ¡entraron corriendo un Spinosaurus y un T-Rex! Los alumnos gritaron y se escondieron debajo de sus pupitres. Miguel no podía creer lo que veía. A pesar del miedo que sentía, decidió acercarse a los dinosaurios para ver qué estaba pasando.

Con valentía, caminó hacia ellos y les dijo: "¡Hola! Soy Miguel, ¿qué hacen aquí?"El Spinosaurus miró a Miguel con curiosidad y respondió: "-Estábamos aburridos en nuestro bosque prehistórico y decidimos visitar tu escuela para aprender cosas nuevas".

Miguel sonrió y exclamó: "¡Eso es genial! Pero creo que sería mejor si nos vamos al patio de recreo". Todos salieron corriendo hacia afuera mientras el maestro trataba de entender lo que ocurría. En el patio de recreo había un Pony, un Caballo, un gato y un perro jugando juntos.

Parecían estar disfrutando mucho la compañía del Spinosaurus y el T-Rex. Miguel se acercó al grupo animadamente e invitó a todos a jugar al fútbol.

El Pony fue el portero más veloz que jamás hubiera existido; el Caballo corría tan rápido que era imposible quitarle la pelota; el gato se movía con agilidad y habilidad para hacer pases precisos, y el perro era un excelente delantero.

El Spinosaurus y el T-Rex eran enormes, pero Miguel les explicó cómo jugar al fútbol de manera justa y divertida. Todos se divirtieron mucho jugando juntos. Después del juego, Miguel reunió a todos los animales en un círculo para hablar. Les dijo: "-Sé que somos diferentes, pero eso no significa que no podamos ser amigos.

Cada uno tiene algo especial que puede aportar al grupo". El Pony, el Caballo, el gato y el perro asintieron con entusiasmo.

El Spinosaurus y el T-Rex también estaban emocionados por haber encontrado nuevos amigos en Miguel y los demás animales. A partir de ese día, todos los días después de la escuela, se reunían en el patio de recreo para jugar juntos. Aprendieron sobre la importancia de la amistad, la aceptación y trabajar en equipo.

Miguel demostró a sus compañeros de clase que incluso cuando las cosas parecen extrañas o difíciles al principio, siempre hay una forma de encontrar algo positivo e inspirador en cada situación.

Y así fue como Miguel enseñó a todos que no importa cuán diferentes seamos unos de otros, siempre podemos encontrar algo especial dentro de nosotros mismos para compartir con los demás. Y esa es una lección muy valiosa para llevar durante toda nuestra vida.

FIN.

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