El valor de la diversidad


En un hermoso lago de Finlandia vivían dos cisnes llamados Blanca y Nieve, quienes estaban felices porque esperaban la llegada de sus patitos. Finalmente, un día soleado, los huevos eclosionaron y nacieron varios patitos adorables.

Sin embargo, entre ellos se encontraba uno que era un poco diferente: el patito feo. Blanca y Nieve amaban a todos sus hijos por igual, pero los otros patitos no pensaban lo mismo. Lo llamaban —"feo"  y se burlaban de él constantemente.

El pobre patito feo se sentía triste y despreciado, pero su mamá siempre lo consolaba diciéndole que era especial tal como era.

Un día, cansado de ser maltratado por sus hermanos, el patito feo decidió marcharse en busca de un lugar donde pudiera encajar. Con su pequeña maleta llena de esperanza emprendió un viaje por el bosque hasta llegar a un pintoresco pueblo cercano. Allí conoció a una familia de gansos muy amables que lo acogieron con cariño.

Los gansos tenían tres hijos traviesos que al principio se burlaron del patito feo por ser diferente, pero luego descubrieron lo valiente y bondadoso que era al ayudarlos en momentos difíciles.

"Gracias por salvar a nuestro polluelo perdido", dijo Mamá Ganso emocionada. "¡Eres realmente especial!", exclamaron los pequeños gansos arrepentidos. El patito feo sonrió feliz al darse cuenta de que su diferencia no era algo malo, sino algo que lo hacía único y admirable.

Aprendió a valorarse a sí mismo y a aceptar las diferencias en los demás también. Con el tiempo, el patito feo creció fuerte y hermoso hasta convertirse en un majestuoso cisne blanco como sus padres.

Regresó al lago donde nació para reunirse con Blanca, Nieve y sus hermanos ahora arrepentidos por haberlo tratado mal. "Perdónanos por haberte juzgado sin conocerte", dijeron los otros cisnes avergonzados.

El patito feo perdonó a sus hermanos con amor y les enseñó que la verdadera belleza está en el interior de cada uno. Desde ese día, vivieron todos juntos en armonía aprendiendo unos de otros y celebrando la diversidad que los hacía únicos e especiales.

Y así fue como el cuento del "Patito Feo" enseñó a grandes y chicos la importancia de aceptar las diferencias, respetar a los demás tal como son y nunca juzgar sin conocer la historia completa de cada persona. Porque todos merecemos ser amados y valorados sin importar nuestra apariencia exterior.

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