El valor de la diversidad



Había una vez un niño llamado Manuel, que solía reírse de todos los niños en la escuela que tenían la piel morena. Siempre les decía cosas como "pareces sucio" o "tienes la piel fea".

Nunca entendió por qué a él le gustaba burlarse de los demás por algo tan superficial. Un verano, Manuel fue de vacaciones a la playa con su familia. Pasaron días maravillosos disfrutando del sol y el mar.

Manuel se divirtió tanto jugando en la arena y nadando en el mar que se olvidó por completo de proteger su piel del sol. Al regresar a la escuela después de las vacaciones, todos los niños notaron algo diferente en Manuel.

Su piel estaba muy morena, casi quemada por el sol. Al principio, algunos niños se rieron de él y le dijeron cosas hirientes.

Manuel se sintió triste y avergonzado, no podía creer que ahora era él quien estaba siendo objeto de burlas. Pero entonces, algo inesperado sucedió. Martina, una niña morena a la que solía molestar mucho, se acercó a él con una sonrisa amable. "Hola Manuel", dijo Martina con ternura. "Hola Martina", respondió Manuel tímidamente.

"¿Te encuentras bien? Veo que te has puesto muy moreno después de las vacaciones", comentó Martina sin juzgarlo. Manuel asintió con la cabeza y bajó la mirada avergonzado.

Martina lo miró fijamente y le dijo: "Sabes, no importa cómo tengamos nuestra piel por fuera; lo importante es cómo somos por dentro. Todos somos únicos y especiales a nuestra manera". Las palabras de Martina resonaron en el corazón de Manuel.

Comenzó a reflexionar sobre sus acciones pasadas y cómo había lastimado a otros niños solo por ser diferentes. Se dio cuenta de lo mal que se sentía al ser objeto de burlas y comprendió finalmente el valor del respeto hacia los demás.

A partir de ese día, Manuel cambió su actitud por completo. Dejó atrás sus comportamientos hirientes y empezó a tratar a todos con amabilidad y respeto, sin importar cómo lucieran por fuera. Con el tiempo, Manuel se convirtió en un ejemplo para todos en la escuela.

Su transformación inspiradora enseñó a los demás niños sobre la importancia de aceptar las diferencias y valorar a cada persona tal como es.

Y así, gracias a una lección aprendida desde el corazón, Manuel descubrió que la verdadera belleza radica en ser auténtico consigo mismo y mostrar bondad hacia los demás. Y juntos, todos los niños aprendieron a celebrar sus diferencias como parte especial e invaluable de lo que los hacía únicos e irrepetibles.

FIN.

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