El Valor de la Educación
Había una vez en un pequeño barrio de Argentina, dos hermanos llamados Lucas y Mateo. Lucas, el mayor, siempre era desobediente y malcriado. No le gustaba saludarse con los vecinos y siempre hacía lo que quería. En cambio, Mateo era todo lo contrario. Era educado, amable y siempre seguía los consejos de su mamá, quien les enseñaba a ambos la importancia de ser buenas personas.
Un día, su mamá les dijo: "Recuerden, chicos, siempre es bueno saludar a los demás y ser respetuosos. Eso les abrirá muchas puertas en la vida". Lucas se reía y le decía: "Eso no importa, mamá. A mí no me va a cambiar nadie". Mateo, por su parte, sonreía y respondía: "Lo tendré en cuenta, mamá".
Pasaron varios años y ambos hermanos crecieron. Al llegar el momento de buscar trabajo, cada uno se dirigió a un lugar diferente. Lucas fue a una gran empresa, mientras que Mateo aplicó a un acogedor local de golosinas.
En la empresa, Lucas se encontraba nervioso. "¿Qué pregunta me harán?". Le contestó un amigo que trabajaba allí: "Seguramente todo sobre tus habilidades, pero lo más importante es que muestres confianza". Lucas, seguro de sí mismo, llegó a la entrevista y se sentó frente al jefe.
"Hola, soy Lucas y creo que puedo hacer un gran trabajo aquí". El jefe lo miró con desconfianza y le preguntó: "¿Por qué deberíamos contratarte?". Lucas trató de impresionar al jefe diciendo que era muy bueno en los números. "Pero no soy de charlar mucho con la gente".
El jefe le respondió: "Buscamos a alguien que proporcione un buen ambiente de trabajo, que no solo sea inteligente, sino también amable y respetuoso. Lo siento, Lucas, no eres el adecuado para nosotros". Decepcionado, Lucas salió de la oficina.
Mientras tanto, en el local de golosinas, Mateo se preparaba para su entrevista. "Siempre agradece al entrevistador y proyecta una actitud positiva" le decía su mamá antes de salir. Al llegar al local, fue recibido por el dueño.
"Hola, soy Mateo, y estoy muy emocionado de estar aquí". Mateo sonrió y se presentó. El dueño, un hombre mayor con bigote, lo miró sonriendo. "¿Por qué quieres trabajar aquí, Mateo?".
"Me encanta ayudar a las personas y creo que las golosinas hacen felices a los niños". El dueño quedó impresionado por su sinceridad y amabilidad. "Valoro mucho que seas respetuoso y que comprendas la importancia de hacer feliz a la gente. ¡Bienvenido a nuestro equipo!".
Felices por su éxito, Mateo llegó a casa con una gran sonrisa. A la noche, ve a Lucas y le dice: "¡Conseguí trabajo!". Lucas, sorprendido, le pregunta: "¿Cómo lo hiciste?". Mateo le responde: "Simplemente siendo yo mismo y mostrando respeto y amabilidad. Recuerda lo que mamá nos decía todo el tiempo".
Lucas, sintiéndose algo triste, responde: "Pero no entiendo, yo fui más directo y no me gustó escuchar al jefe". Mateo, con su positiva actitud, le dice: "No está mal ser directo, pero también hay que escuchar y ser amable. Los buenos valores siempre cuentan, Lucas".
Con el tiempo, Lucas vio que su hermano estaba feliz en su trabajo y decidía cambiar. Un día le pidió a Mateo que lo acompañara a buscar trabajo. "Claro, hermano, te apoyo".
Juntos, comenzaron a visitar empresas. Al llegar a una pequeña tienda de libros, Lucas debió enfrentar su primer reto. "¿Puedo ayudarles?". La dueña, una señora mayor, le preguntó sobre su experiencia. Lucas, con un nuevo enfoque, sonrió y comenzó a hablar de su amor por la lectura y cómo le gustaría atender a los clientes.
La dueña sonrió y le dijo: "Así me gusta, un niño educado. ¡Te contrataré!".
Desde ese día, Lucas entendió que ser amable y respetuoso le abría muchas más puertas de las que había imaginado. Reconoció el esfuerzo de su hermano y agradeció a su mamá por siempre inculcarles esos valores.
Así, Lucas y Mateo siguieron sus caminos, pero siempre apoyándose uno al otro y llenos de gratitud por haber aprendido la importancia de la educación y el respeto. Cada vez que se encontraban con su mamá, ella les decía con ternura: "Estoy orgullosa de ustedes, sigan siendo siempre amables".
Y de esta forma, ambos hermanos vivieron felices y siempre recordaron que los buenos valores siempre son un verdadero tesoro en la vida.
FIN.