El valor de la empatía


Había una vez un niño llamado Tomás, que era muy inteligente y divertido, pero a veces se olvidaba de ser empático con sus amigos.

Siempre estaba tan concentrado en lo que él quería hacer, que no se daba cuenta de los sentimientos de los demás. Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos Martín y Sofía, Tomás encontró un juguete nuevo que le encantaba.

Estaba tan emocionado con su nuevo juguete que no notó que Martín y Sofía estaban tristes porque habían perdido sus propios juguetes. "¡Miren lo genial que es mi nuevo juguete! ¡Es increíble!" -exclamó Tomás emocionado.

Martín y Sofía miraron el juguete de Tomás con envidia, sintiéndose mal por haber perdido los suyos. Pero Tomás no se dio cuenta de cómo se sentían sus amigos y siguió jugando felizmente. Al ver la situación, una hada apareció frente a Tomás. Tenía alas brillantes y una varita mágica en la mano.

"Tomás, veo que eres un niño muy inteligente, pero es importante aprender a ser empático con tus amigos. Debes poner atención a cómo se sienten ellos también" -dijo el hada con voz suave.

Tomás quedó sorprendido al ver al hada frente a él, pero decidió escuchar sus palabras sabias. Comenzó a reflexionar sobre lo ocurrido en el parque y se dio cuenta de que había sido egoísta al no preocuparse por los sentimientos de Martín y Sofía.

Decidido a cambiar su actitud, Tomás buscó a Martín y Sofía para disculparse por su comportamiento y ofrecerles compartir su nuevo juguete juntos. "Chicos, lamento mucho haber sido egoísta antes.

No me di cuenta de cómo se sentían ustedes sin sus juguetes. ¿Les gustaría jugar juntos ahora?" -preguntó Tomás sinceramente. Martín y Sofía sonrieron ante la propuesta de Tomás y aceptaron jugar juntos. Descubrieron que era más divertido compartir momentos felices entre amigos que solo disfrutar individualmente.

Desde ese día, Tomás aprendió la importancia de ser empático con los demás. Se convirtió en un amigo más atento y cariñoso, siempre dispuesto a ayudar cuando alguien lo necesitaba.

Y así, gracias a la enseñanza del hada mágica y su propia reflexión personal, Tomás descubrió el valor de la empatía en las relaciones amistosas; transformándose en un niño más comprensivo y amoroso hacia quienes lo rodeaban.

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