El valor de la honestidad
Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina dos amigos llamados Diego y Juan. Eran inseparables, siempre jugaban juntos y se divertían muchísimo. Un día, mientras paseaban por el bosque, encontraron una billetera tirada en el suelo.
Diego la recogió y vio que dentro había mucho dinero y una identificación. Se dieron cuenta de que pertenecía a un señor mayor del pueblo llamado Don José, quien era conocido por ser muy amable con todos.
- ¡Juan, mira lo que encontré! Esta billetera es de Don José - dijo Diego mostrándosela a su amigo. Juan frunció el ceño al ver la cantidad de dinero que tenía la billetera.
Sabía que podían quedarse con ese dinero sin que nadie los descubriera, pero algo en su interior le decía que eso no estaba bien. - ¿Qué vamos a hacer, Diego? - preguntó Juan con preocupación.
Diego pensó por un momento y luego dijo: "Podríamos quedarnos con el dinero y decirle a Don José que solo encontramos la billetera vacía". Juan reflexionó sobre las palabras de su amigo y sintió un nudo en el estómago. Sabía que esa no era la decisión correcta.
- No puedo hacer eso, Diego. Sería como robarle a Don José - respondió Juan con determinación. Diego se sorprendió por la respuesta de su amigo, pero al ver lo serio que estaba Juan comprendió lo importante que era tomar la decisión correcta.
- Tienes razón, Juan. Debemos devolverle todo tal cual lo encontramos - afirmó Diego finalmente. Los dos amigos fueron rápidamente a buscar a Don José para devolverle la billetera.
Al recibirla, Don José les dio las gracias emocionado y les ofreció una recompensa como muestra de gratitud. - No podemos aceptar ninguna recompensa, Don José. Solo hicimos lo correcto - dijeron los amigos al unísono.
Don José los miró con admiración y les dijo: "Ustedes son unos verdaderos ejemplos de honestidad y valentía. El mundo necesita más personas como ustedes". Desde ese día, Diego y Juan se sintieron felices sabiendo que habían tomado la decisión correcta aunque fuera difícil.
Aprendieron que siempre es mejor seguir sus valores morales incluso cuando nadie los está mirando.
FIN.