El valor de la humildad



Había una vez en un pequeño pueblo a las afueras de Buenos Aires, un niño llamado Mateo. Mateo era muy competitivo y siempre quería ganar en todo lo que hacía.

Ya sea en los juegos de fútbol con sus amigos o en las competencias escolares, él se esforzaba al máximo para ser el número uno. Mateo ganaba tan seguido que comenzó a creerse superior a los demás niños.

Se burlaba cuando perdían y no les prestaba atención si no estaban a su altura. Esto hizo que poco a poco los demás chicos se fueran alejando de él, cansados de su actitud arrogante. Un día, un nuevo niño llegó al pueblo.

Se llamaba Tomás y resultó ser excepcionalmente talentoso en todo lo que intentaba. Desde el primer momento, Tomás destacó por encima de todos, incluyendo a Mateo.

Al principio, Mateo sintió celos y rabia al ver cómo Tomás le quitaba el lugar de honor que tanto valoraba. Pero con el tiempo, se dio cuenta de algo importante: la vida también tenía derrotas y aprender a perder era parte del juego.

Un día, durante un torneo de fútbol en el pueblo, Mateo tuvo la oportunidad de demostrar su cambio. En la final contra otro equipo fuerte, estaban perdiendo por un gol faltando solo unos minutos para terminar el partido. - ¡Vamos chicos! ¡Podemos lograrlo si trabajamos juntos! -gritó Mateo desde la cancha.

Los niños se motivaron con sus palabras y lograron empatar el partido gracias a un golazo de Tomás. Finalmente, ganaron en penales con una atajada increíble del arquero del equipo.

Esa noche, Mateo entendió que ser un buen ganador significaba también ser un buen perdedor. Aprendió que ayudar a los demás y trabajar en equipo eran más valiosos que cualquier victoria individual. Desde entonces, Mateo cambió su actitud hacia los demás niños.

Comenzó a compartir sus conocimientos y habilidades con quienes lo rodeaban, convirtiéndose en un líder respetado por todos.

Y así, Mateo descubrió que la verdadera grandeza no radicaba en ganar siempre, sino en saber levantarse después de una derrota y seguir adelante con humildad y empatía hacia los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!