El Valor de la Humildad



Había una vez en un pequeño pueblo argentino, un papá llamado Lucho que era el entrenador de fútbol del equipo local. Además de ser un gran amante del deporte, Lucho era el orgulloso papá de dos hermosas niñas: Luciana y Navila. Luciana, la mayor, tenía el cabello marrón y siempre estaba presumiendo de su apariencia y de lo buena que era en la escuela, mientras que Navila, la menor, tenía el cabello rubio oscuro y era mucho más modesta y humilde.

Una tarde, el equipo de fútbol de la localidad iba a disputar un importante partido, y Lucho llevó a sus dos hijas al estadio para que lo animaran. Se pusieron sus camisetas arociris, el distintivo del equipo, y se dirigieron emocionados al estadio. Durante el partido, Luciana no paraba de presumir de lo bonita que era su camiseta y de cómo ella sería una gran estrella del fútbol, mientras que Navila simplemente disfrutaba del juego y alentaba al equipo con entusiasmo. A pesar de que el equipo de su papá ganó el partido, Lucho notó la actitud de Luciana y decidió hablar con ellas cuando regresaran a casa.

- 'Hijas mías, hoy he notado que cada una de ustedes mostró una actitud distinta durante el partido. Luciana, es maravilloso tener confianza en uno mismo, pero nunca debemos menospreciar a los demás por nuestras habilidades. La humildad y el respeto por los demás son cualidades muy importantes. Y Navila, me enorgullece tu humildad y entusiasmo. Recuerden que el verdadero valor reside en nuestro corazón, no en nuestra apariencia o habilidades'.

A partir de ese día, Lucho se propuso enseñarles a sus hijas la importancia de la humildad, el trabajo en equipo y el respeto por los demás. Comenzó a llevarlas a ayudar en actividades comunitarias y a visitar a personas menos afortunadas, donde aprendieron a valorar las cosas simples de la vida. Con el tiempo, Luciana comenzó a comprender la lección de su papá y dejó de presumir tanto, mientras que Navila continuó demostrando su humildad en cada aspecto de su vida.

Finalmente, llegó el día en que el equipo de fútbol local estaba en problemas. Muchos de sus jugadores estaban lesionados, y necesitaban de ayuda para poder jugar el partido más importante de la temporada. Lucho, recordando las lecciones que había enseñado a sus hijas, propuso a Luciana y Navila unirse al equipo por un día. Ambas aceptaron con entusiasmo, y juntas demostraron que, trabajando en equipo y con humildad, lograron ayudar al equipo a conseguir la victoria.

Desde ese día, Luciana y Navila se convirtieron en ejemplos de humildad y trabajo en equipo en su comunidad, inspirando a otros a seguir su ejemplo. Y Lucho, orgulloso de sus hijas, sabía que, más allá del fútbol, les había enseñado una lección invaluable que llevarían por el resto de sus vidas.

FIN.

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