El Valor de la Niña Invisible



En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y flores de colores, vivía Clara, una niña de diez años que soñaba con ser invisible. A pesar de ser buena en muchas cosas, como dibujar y ayudar a su mamá en el jardín, Clara era muy tímida y no le gustaba ser el centro de atención. Ella prefería pasar desapercibida, observando desde las sombras mientras su pandilla de amigas jugaba en el parque.

Un día, mientras jugaba sola con su cuaderno de dibujos, escuchó una risa proveniente del parque. Una multitud de niños se había juntado alrededor de una actuación de magia que estaba haciendo el Mago Halito, un famoso ilusionista del pueblo.

"¡Mirá cómo hace desaparecer la moneda!" - gritó una de sus amigas, aplaudiendo con emoción.

Clara se asomó detrás de un árbol, asombrada. El Mago Halito era el más divertido y carismático de todos, y deseó unirse a la diversión. Sin embargo, la idea de que todos la miraran la hizo sentir nerviosa. Decidió volver a su cuaderno.

La semana siguiente, Clara notó que algo extraño estaba ocurriendo en el parque. Los niños estaban hablando de cómo el Mago Halito había perdido su sombrero mágico, y sin él, ¡no podría hacer más trucos!"¡Ay, qué lástima!" - dijo su amiga Ana, mientras mostraba una foto del mago en el grupo de WhatsApp. "Sin sombrero no es el mismo."

Clara sintió una pequeña chispa de determinación. Decidió que iba a ayudar al Mago Halito a encontrar su sombrero. Pero, ¿cómo podría hacerlo si no quería que nadie la viera?

Se armó de valor y decidió infiltrarse en la actuación. Mientras se acercaba, escuchó que los niños estaban buscando el sombrero en los arbustos y debajo de los bancos.

"¿Tal vez se quedó atrapado en un árbol?" - sugirió otro niño.

Clara pensó que podría investigar mejor en la zona boscosa detrás del parque. Con sigilo, atravesó las sombras hasta que llegó a un gran roble. Miró alrededor y, de pronto, algo brilló entre las ramas.

"¡El sombrero!" - exclamó sorprendida, al ver el sombrero del Mago Halito colgando de una rama.

Con su valentía a flor de piel, Clara decidió pedir ayuda. Llamó a sus amigas desde la distancia:

"¡Chicas, vengan! ¡Lo encontré!"

Sus amigas miraron hacia donde estaba Clara, sorprendidas.

"¿Eres vos, Clara?" - preguntó Ana. "¿Dónde estás?"

"Acá, detrás del árbol, ¡vengan!" - gritó Clara con más seguridad.

Al llegar, sus amigas se emocionaron al ver el sombrero y juntas comenzaron a planear cómo bajarlo.

"Podríamos poner una soga y hacerlo caer. ¡Vamos!" - sugirió una de las niñas.

Entonces, mientras se preparaban para la acción, se dieron cuenta de que Clara tenía una gran idea.

"Yo puedo trepar el árbol y alcanzarlo. Sé hacerlo con cuidado." - dijo Clara, sintiéndose más segura cada vez.

Sus amigas la miraron con admiración.

"¡Vos podés, Clara!" - animaron.

Con un empujoncito de emoción, Clara escaló el árbol. Cada rama que tocaba la hacía sentir más valiente, hasta que, con un último esfuerzo, alcanzó el sombrero.

"¡Lo tengo!" - gritó, bajando rápidamente, segura de sí misma.

Cuando llegó al suelo, todos los niños la rodearon, aplaudiendo y sonriendo. El Mago Halito se acercó y dijo:

"¡Esto es increíble! Clara, ¡eres una heroína! Sin tu valentía, no podríamos seguir con el espectáculo. ¿Te gustaría ayudarme a hacer un truco?"

Clara se sintió como si todo el parque brillara para ella. Era el momento de compartir su talento. Aunque la timidez la invadió un instante, recordó lo bien que se había sentido al ayudar y decidió ser valiente una vez más.

"¡Sí!" - respondió con firmeza.

Así, Clara subió al escenario y, con la ayuda del Mago Halito, realizó un truco sencillo de magia, compartiendo su amor por el arte de dibujar. Todos aplaudieron, y la timidez de Clara se fue disipando, dejando espacio para la confianza y la alegría.

Desde aquel día, Clara no era solo la niña tímida. Se había convertido en Clara, la chica que había traído de vuelta la magia a su pueblo, demostrando que, a veces, ser valiente significa dejar de lado el deseo de desaparecer y redescubrir el brillo que llevamos dentro. Al final del día, Clarasonreía, sabiendo que aunque siempre había querido ser invisible, ahora podía ser vista como una verdadera amiga y heroína.

FIN.

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