El Valor de la Unión



En un pequeño pueblo, vivían dos hermanas llamadas Rosa y María. Desde que tienen memoria, se pasaban el día discutiendo. Un día, Rosa quería salir a jugar al parque y María prefería quedarse en casa a leer.

"- ¡Pero Rosa! ¡Es un día perfecto para leer!" gritó María, agarrando su libro de cuentos.

"- ¡No puede ser! ¡Siempre haces lo que vos querés!" respondió Rosa, con cara de descontento.

La situación se volvió tan tensa que su mamá, Matilda, decidió que era momento de tomar cartas en el asunto. Matilda era una mujer sabia y sabía que Rosa y María no solo discutían por juegos o libros, sino que no sabían apreciar lo que significaba tenerse la una a la otra.

Un día, Matilda les dijo:

"- Hijas, este fin de semana, planeo una aventura genial, pero tendrán que trabajar juntas para lograrla."

"- ¿Qué tipo de aventura?", preguntó Rosa, con curiosidad.

"- Una búsqueda del tesoro. Habrá pistas escondidas por todo el barrio y tendrán que solucionarlas juntas. Si no colaboran, no encontrarán nada. ¿Queda claro?"

María se encogió de hombros y dijo: "- Está bien, haremos lo que sea necesario."

Al día siguiente, Matilda les dio el primer mapa y la primera pista. La indicación decía: "El tesoro está donde los árboles susurran y las flores bailan."

Las chicas empezaron a caminar hacia el parque, pero en el camino surgieron más discusiones.

"- ¡Yo dije que tenías que girar a la derecha!" exclamó Rosa.

"- Pero la pista dice que debemos ir hacia la izquierda. ¡No me hagas dudar!" retrucó María.

Finalmente, llegaron al parque, pero cada una tiró del mapa hacia su lado. Al ver lo que hacían, Matilda apareció de repente y dijo:

"- Chicas, si no trabajan juntas, van a perderse de la aventura. Piensen: ¿dónde están los árboles que susurran?"

Ambas se quedaron pensando y, en un momento, dijeron a coro: "- ¡El viejo roble!"

Así que, decidieron dejar de pelear y unirse. Después de llegar al roble, encontraron la siguiente pista que decía: "Sigan el camino del agua donde los patos suelen charlar."

Rosa, emocionada, dijo:

"- ¡Ah, la plaza de la fuente! Vamos allí."

Sin embargo, María se detuvo.

"- Espera, necesitas llevar la botella de agua. Siempre la olvidás."

Rosa le lanzó una mirada rápida, pero finalmente asintió. Ambas acordaron colaborar.

Al llegar a la fuente, encontraron unos patos que parecían tener mucha actividad. Allí, se dieron cuenta de que la próxima pista estaba escondida entre las flores que rodeaban la fuente. Sin pelear, comenzaron a buscar juntas.

Un rato después, María gritó:

"- ¡Lo encontré!" Y sacó un pequeño cofre.

Ambas abrían el cofre al mismo tiempo. Estaba lleno de canicas de colores. Mirándose unas a otras, se dieron cuenta que lo verdaderamente valioso era el tiempo que habían pasado juntas.

"- ¡Esto es genial!", dijo María. "¡Mirá todas estas canicas de colores!"

Rosa sonrió. "- Podemos jugar juntas con ellas. Además, hicimos un buen equipo."

Regresaron a casa con un nuevo lazo. Al entrar, Matilda las esperaba. "- ¿Cómo fue la búsqueda? , preguntó con una gran sonrisa.

"- Fue increíble, mamá. Pero lo mejor de todo es que aprendimos a trabajar juntas y a escuchar nuestras ideas."

Matilda, orgullosa, les dijo: "- Exactamente. La unión hace la fuerza y la complicidad es lo que se lleva dentro del corazón. Si se apoyan entre ustedes, no solo encontrarán tesoros como hoy, sino que además encontrarán amor y amistad para toda la vida."

Desde ese día, Rosa y María se entendieron mucho mejor. A veces seguían teniendo pequeñas peleas, pero ahora sabían que, al final, siempre podían contar la una con la otra. Lo más importante era disfrutar juntas en cada aventura.

Y así, en el pequeño pueblo, Rosa y María aprendieron que la unión hace la fuerza y, sobre todo, hace que todo sea más divertido.

FIN.

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