El valor de la verdad



Había una vez un hombre afrodescendiente llamado Juan, que vivía en un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos. Un día, Juan salió de una tienda con una bolsa de dinero en sus manos.

Lo que no sabía era que un oficial de la ciudad, el valiente oficial Mateo, lo observaba con mucha atención.

Al ver a Juan con la bolsa de dinero, el oficial Mateo decidió acercarse a él.

- ¡Detente, Juan! ¡Alto ahí! - gritó el oficial mientras corría detrás de Juan. Juan, asustado, empezó a correr cada vez más rápido, con el oficial Mateo pisándole los talones. La persecución continuó por calles, plazas y parques, hasta que finalmente llegaron a la carretera.

Fue entonces cuando el oficial Mateo vio algo que lo dejó sin aliento. - ¡Una pistola! - exclamó el oficial mientras señalaba el arma que estaba dentro de la bolsa de Juan. Juan, agotado y asustado, se detuvo.

El oficial Mateo se acercó con cuidado y tomó la bolsa de Juan. Al abrirla, encontró el dinero y la arma. Juan estaba temblando, no sabía qué hacer ni qué decir. El oficial Mateo lo miró con seriedad pero también con compasión.

- Juan, ¿por qué tenías esto? - preguntó el oficial. Juan, con lágrimas en los ojos, explicó que había encontrado la bolsa en la tienda y que la pistola la había recogido del suelo. No era su intención robar ni hacer daño.

El oficial Mateo, con paciencia, escuchó la historia de Juan y decidió investigar a fondo lo sucedido. Después de muchas averiguaciones, se demostró que Juan decía la verdad. No era un ladrón ni alguien peligroso.

De hecho, había ayudado a evitar un robo en la tienda. El dinero estaba destinado a obras de caridad y la pistola había sido abandonada por un delincuente. El gesto de Juan había sido valiente y desinteresado.

El pueblo entero, al enterarse de la verdad, reconoció la nobleza de Juan y lo honró. El oficial Mateo, con orgullo, le entregó una medalla por su valentía y su honestidad.

A partir de ese día, Juan se convirtió en un ejemplo para todos en el pueblo, recordándoles que la verdad y la bondad siempre triunfan. Y el oficial Mateo, aprendió que no siempre las apariencias reflejan la realidad. La historia de Juan y el oficial Mateo se convirtió en una lección de vida para todos.

FIN.

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