El Valor de las Palabras
En una ciudad llena de colores y risas, vivía Alex, un joven tímido de 17 años. Desde la primera vez que vio a Jazmin, su corazón latió con fuerza. Ella era divertida, amable y siempre tenía una sonrisa contagiosa. Sin embargo, la timidez de Alex le jugaba una mala pasada y no se atrevía a hablarle. Pasaban los días, y Alex se sentía cada vez más frustrado. Un día, decidió que no podía seguir así.
Una tarde soleada, mientras paseaba por el parque, Alex se encontró con su amigo Mateo, quien siempre lo alentaba.
"¿Qué te pasa, Alex? Parecés como si llevaras un peso en la mochila."
"Es que... me gusta una chica, Jazmin, y no sé cómo decírselo."
"Entiendo. ¿Por qué no le escribís una carta? Puede ser más fácil que hacerlo en persona."
Alex pensó que tenía razón. Así que, con papel y lápiz en mano, se sentó en su habitación y comenzó a escribir. Después de varios borradores, decidió que lo mejor era ser honesto.
"Hola Jazmin, soy Alex. Desde hace un tiempo siento que soy un poco más feliz cuando estoy cerca de vos. Me gustaría conocerte mejor. ¿Te gustaría salir a tomar un helado conmigo?
Con el corazón latiendo a mil por hora, se armó de valor y le entregó la carta a Jazmin al día siguiente en la escuela. Se la dio en la hora de recreo y se alejó rápidamente, sintiendo que el mundo entero lo observaba.
"¿Qué le diste a Jazmin?" le preguntó su amigo Mateo.
"Es un poco de... eh, una carta" respondió Alex, ahora más nervioso que nunca.
A los pocos minutos, Alex vio a Jazmin leer la carta y sonreír. El corazón de Alex se llenó de alegría y temor a la vez. No podía esperar a escuchar su respuesta.
Esa tarde, mientras Alex pensaba en lo que pasaría, recibió un mensaje de Jazmin:
"Hola, Alex! Me gustó tu carta. Me encantaría salir a tomar un helado contigo. ¿Cuándo te viene bien?"
¡Las palabras de Jazmin llenaron de luz su día! Alex no podía creer que su plan había funcionado.
"¡El sábado! ¿A las cuatro?" respondió rápidamente, sin dudar.
El día del encuentro llegó y Alex estaba nervioso. Se vistió con su mejor ropa y se preparó mentalmente. En camino a la heladería, recordó las palabras de Mateo. Pasar tiempo con Jazmin sería una gran oportunidad para conocerse mejor.
Al llegar, lo primero que notó fue la risa de Jazmin. Ella lo esperaba con una gran sonrisa.
"¡Hola, Alex! Gracias por invitarme!" exclamó Jazmin.
"Gracias a vos por venir... pensé que quizás me dirías que no." dijo Alex, sonrojándose.
Se sentaron, pidieron sus helados y comenzaron a hablar. Alex contó anécdotas divertidas mientras Jazmin se reía, y poco a poco su timidez fue desapareciendo. Al final, Jazmin lo miró y le dijo:
"Me encanta pasar tiempo con vos. No sabía que eras tan divertido!"
"Y yo no sabía que eras tan genial. Me alegra que seas mi amiga."
De repente, el sol comenzó a ocultarse y el cielo se llenó de colores. Alex sintió que ahora tenía más valor para decir lo que realmente sentía.
"Jazmin, la verdad es que me gustas más de lo que pensé. Me encanta tu personalidad, tu risa, todo…"
"¡Oh! ¡Yo también me siento así!"
Alex sonrió. Había encontrado el valor para expresarse y se dio cuenta de que, aunque ser tímido era parte de él, no lo limitaba. Se despidieron prometiendo salir nuevamente y todo parecía perfecto.
Los días pasaron y, poco a poco, la amistad de Alex y Jazmin floreció. Con cada encuentro, Alex aprendió a confiar en sus palabras, a ser valiente y a no tener miedo de ser él mismo.
Finalmente, se dieron cuenta de que su historia no solo era de amor, sino de valentía, amistad y el poder de la comunicación.
Y así, Alex aprendió que a veces, un simple gesto de cariño puede ser el inicio de algo hermoso. Y aunque a veces sea difícil, ser sincero con nuestros sentimientos es siempre el mejor camino.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
FIN.