El valor de lo que somos



Era un hermoso día de verano y Renata y Benicio decidieron ir a jugar al campo. Renata se puso su vestido más bonito y Benicio su gorra de béisbol favorita.

Al llegar al campo, vieron una gran pradera llena de flores multicolores. Renata quedó maravillada por la belleza del lugar, mientras que Benicio estaba más interesado en explorar el terreno. -¡Mira, Renata! -exclamó Benicio-. Hay un río allí abajo. Vamos a ver si encontramos algún pez.

Renata asintió con entusiasmo y ambos corrieron hacia el río. Después de unos minutos buscando, finalmente encontraron una pequeña charca donde había algunos peces nadando. -¿Qué hacemos ahora? -preguntó Renata-. No tenemos anzuelos ni cañas de pescar.

-¡No te preocupes! -dijo Benicio con una sonrisa-. ¡Soy muy inteligente! Podemos hacer nuestras propias cañas de pescar con ramas y hilo que encontramos por aquí.

Renata se quedó impresionada por la habilidad de su hermano menor para improvisar soluciones creativas. Juntos construyeron sus cañas caseras y comenzaron a intentar atrapar algunos peces. Después de varios intentos fallidos, finalmente lograron capturar uno pequeñito. Lo examinaron cuidadosamente antes de devolverlo al agua.

-Me encanta cómo tu mente siempre encuentra soluciones creativas para todo, Beni -dijo Renata con admiración- pero no es justo que yo solo sea valorada por mi apariencia física. Benicio se sorprendió al escuchar esto de su hermana.

Él siempre había admirado la belleza y gracia de Renata, pero nunca se había dado cuenta de que ella también quería ser valorada por otras cualidades. -Lo siento, Reni -dijo Benicio con sinceridad-. Tienes razón. Eres mucho más que una cara bonita.

Eres cariñosa, inteligente y muy divertida. Renata sonrió felizmente al escuchar las palabras de su hermano menor. Juntos continuaron explorando el campo y descubriendo nuevas aventuras. Mientras caminaban por el bosque cercano, encontraron un nido abandonado con varios huevos dentro.

Decidieron cuidarlos hasta que los pollitos eclosionaran y pudieran volar libres en el cielo. Al final del día, los hermanos regresaron a casa cansados pero felices después de haber tenido un día lleno de aprendizajes y descubrimientos juntos.

Renata se sintió orgullosa de sí misma por haber demostrado sus habilidades más allá de su apariencia física, mientras que Benicio aprendió a valorar más las cualidades internas de las personas.

Desde aquel día en adelante, ambos hermanos se respetaron mutuamente por todas sus habilidades únicas e individuales. Y así fue como Renata y Benicio descubrieron la verdadera importancia del amor propio y el respeto hacia los demás.

FIN.

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