El valor de los errores


Había una vez un niño llamado Tomás, quien odiaba confundirse. Desde muy pequeño, siempre había sido muy perfeccionista y le gustaba que todo fuera perfecto. No soportaba cometer errores ni equivocarse en nada.

Un día, mientras estaba en la escuela, la maestra les dio a los estudiantes una tarea muy difícil. Todos los niños empezaron a trabajar en ella con mucho esfuerzo y dedicación, pero Tomás se quedó paralizado ante el miedo de equivocarse.

"No puedo hacer esto", pensó Tomás para sí mismo. "Si me equivoco, todos se burlarán de mí". Así que decidió no hacer la tarea y esperar a que pasara el tiempo para entregarla vacía.

Sin embargo, cuando llegó el momento de revisar las tareas con la maestra, Tomás se sintió mal al ver que todos sus compañeros habían hecho su trabajo con mucho éxito y él era el único que no había entregado nada.

La maestra notó esto y lo llamó aparte para hablar con él. "Tomás ¿qué te pasa? Sé que puedes hacer esta tarea tan bien como tus compañeros". "Lo sé", respondió Tomás con tristeza. "Pero tengo miedo de equivocarme".

La maestra sonrió comprensivamente y le dijo:"Tomás, debes saber algo: todos cometemos errores alguna vez. Y eso está bien porque es parte del aprendizaje. Lo importante es que intentes siempre hacerlo lo mejor posible". Tomás reflexionó sobre las palabras de su maestra durante toda esa noche.

Al día siguiente decidió enfrentar sus miedos e hizo la tarea con mucho esfuerzo y dedicación. Aunque no fue perfecta, la entregó con orgullo. "¡Excelente trabajo Tomás!", dijo la maestra al revisar su tarea.

"Esto demuestra que estás dispuesto a aprender y mejorar". Desde ese día en adelante, Tomás dejó de tenerle miedo a equivocarse.

Aprendió que los errores son una oportunidad para crecer y mejorar, y que lo más importante es hacer las cosas con amor y dedicación. Y así, el pequeño Tomás se convirtió en un gran aprendiz, capaz de enfrentar cualquier desafío con valentía y determinación.

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